viernes, 28 de diciembre de 2007
¡¡Brindemos!!
miércoles, 26 de diciembre de 2007
She's so real
Compañera a distancia.
domingo, 23 de diciembre de 2007
Nombre falso
viernes, 14 de diciembre de 2007
Borradores
miércoles, 12 de diciembre de 2007
martes, 11 de diciembre de 2007
Poemas
o encuentro un claro en el bosque
de ahí surgen algunas palabras
me abrazo a ellas como a una flecha
y no me detengo hasta caer a los pies
del último árbol.
Desde ahí veo un pájaro
que podría ser un mirlo, una alondra
pero es más bien un ave tímida
que suspende su vuelo
en la observación de la rama.
Si se quedara ahí prendida de un fruto
con la mirada resuelta
fija en el color anaranjado de su asombro
¿seguiría siendo ave?
¿o sería un pájaro de piedra?
Te lo ofrecería hermana,
un pájaro mío, por algo tuyo;
canta, picotea
es un pájaro expectante de tus cuidados.
NO SOY HÁBIL para medir distancias
pero sé que entre dos piedras
colocadas una al lado de la otra
se abre el mismo vacío que entre dos acantilados.
La distancia más próxima entre nosotras
dos: el padre.
Aún así escucho que dicen
no comparten la madre
no son de la misma religión.
¿Estaremos hechas de la misma naturaleza?
sábado, 8 de diciembre de 2007
Básicos de novela
lunes, 3 de diciembre de 2007
MI heroína del mes: Matilde Sánchez
miércoles, 28 de noviembre de 2007
Fantasías de una potencial cleptómana
Lo de las librerías viene a cuento de estas líneas. Entré a El Ateneo para hojear algunos libros sobre estimulación infantil. Tomé un café en la oscuridad del bar desde donde podía ver las luces que rodean los anaqueles de los libros. Era como si repentinamente hubiera anochecido. Por eso no me gusta esa librería, pero de todas maneras voy cuando busco algo que creo no poder encontrar en otras. Todo esto en medio de la nebulosa propia de mi miopía lo cual desdibuja cualquier impresión más o menos objetiva que quiera dar de la situación. Antes de salir me detuve, primero en la sección Literatura argentina para ver el libro de Matilde Sánchez que quiero leer, después en el de Fabián Casas, Ensayos Bonsai. Leí el primer texto de un tirón, como debe ser, al fin y al cabo eso pide la prosa rápida de ése primer ensayo. Cortázar no es Aira, sí pero ¿Santiago es Santiago Llach?, me preguntaba mientras salía del local totalmente cegada por la luz de la mañana. No llevaba en la cartera ni El desperdicio ni Ensayos Bonsai. Mis desventuras financieras de los últimos fines de mes harían imposible la adquisición de cualquiera de los dos. Cuando salí Santa Fé era otra: la gente en lugar de caminar se agolpaba, transpirada, en las paradas de los colectivos. Eran más de las diez y había empezado el verano.
La foto es de Celeste Sánchez Vendramini
martes, 27 de noviembre de 2007
13, 14, 15 y 16 de diciembre: JAZZ
Hace poco más de un año, durante una charla abierta con el público en el Conservatorio Superior de Música “Manuel de Falla”, en Buenos Aires, interrogado sobre la especificidad del jazz italiano respecto del de otras latitudes, el trompetista Enrico Rava dijo que lo que lo distinguía era un cierto gusto por la melodía y, en consecuencia, una tendencia al lirismo. Inmediatamente, quien esto escribe, comenzó a recordar desordenadamente nombres: Giorgio Gaslini, Bruno Tommaso, Mario Schiano, Enrico Pieranunzi, Stefano Battaglia, Paolo Fresu, Gialuigi Trovesi, Franco D’Andrea, Stefano Bollani, Stefano Di Battista, Rosario Giuliani, Danilo Rea, Flavio Boltro, Marco Tamburini, Emanuele Basentini, Pietro Lussu, Franco Cafizo... En todos los casos se comprobaba lo dicho por Rava, pero también la existencia de una tradición. De acuerdo con lo que sostienen los especialistas, ésta se remonta, por lo menos, a la década de 1930. En términos groseramente esquemáticos, hubo un principio en que los músicos italianos imitaron los estilos de los Estados Unidos. Luego, en la medida que estos fueron adquiridos, se produjo una adecuación y, para la década de 1970, el sustrato folklórico –que incluía toda la música popular de Italia y también desprendimientos de la música de tradición escrita de ese país– fue aflorando para dejar una marca constitutiva. En paralelo, al igual que en Francia –donde muchos músicos italianos intervienen en proyectos con sus pares locales–, comienzan a proliferar los sellos discográficos, que reciben igualmente a muchos músicos estadounidenses, quienes desarrollan allí los proyectos que los sellos norteamericanos no quieren llevar adelante. Lo hacen, en más de una oportunidad, con músicos italianos, lo que contribuye a la definitiva puesta en valor de estos últimos, pero también al afianzamiento de una serie de nombres que poco a poco se vuelven insoslayables. Enrico Rava es uno de ellos. Porteño honorífico desde los días en que, integrando el grupo del saxofonista Steve Lacy, quedó varado en Buenos Aires, su carrera está jalonada por discos magníficos que abarcan una extensa gama de situaciones y contextos: desde los iniciales experimentos con el free jazz, a la transición melódica de los primeros discos con la discográfica ECM, pasando luego a las reinterpretaciones operísticas para el sello francés Label Bleu, al recorrido por el repertorio de la canción italiana y continuando con sus homenajes a Miles Davis, Chet Baker y el cine italiano, hasta llegar a los últimos discos a dúo con Stefano Bollani y a su actual quinteto –Gianluca Petrella (trombón), Andrea Pozza (piano), Rosario Bonaccorso (contrabajo) y Roberto Gatto (batería)–, con el cual abre el 13 de diciembre abre este festival...
viernes, 23 de noviembre de 2007
Hoy lo escribiría así
bordea el lago.
Son las patas de rana de las mujeres
que emergen del río
con tubos de oxígeno
y empuñaduras
se recortan entre la maleza de lo anfibio
hermanadas en la tarea
caminan hasta el círculo velado
de las mujeres pez.
(...)
Ellas quisieran que el acuario
guardara algo más
una corriente
que al envolvernos
nos llevara de vuelta
detenernos en un silencio de aire
apenas iluminado
y que al asomarnos al borde secreto
donde las mujeres pez se sumergen
recomencemos en el recuerdo
de las primera palabras.
Nosotras, las hijas
hacemos rondas nocturnas
y enredadas unas con otras
ensayamos cada vez
la misma forma de la espera.
“El lugar de lo mismo”, del libro Duelo, Ediciones En Danza.
domingo, 18 de noviembre de 2007
miércoles, 14 de noviembre de 2007
Sigamos enamoradas: una planta y sus frutos
Palabras de Mercedes -Dedé- Araujo en la presentación del libro Dinamarca de Elba Serafini.
Antes de venir para acá y pensando en que hoy quería decir algo sobre la edición del libro de poemas de Elba Serafini, repasé algunas ideas que nos motivaron a Romana, a Marinita y a mi a crear la editorial, hace ya casi dos años, en febrero del 2006.
Entonces, decíamos que tres cosas: que queríamos dar a los libros y a sus autores un cuidado amoroso, que la tarea de editor no nos resultaba una vocación en si misma, sino como una ruta de salida, un puente que nos llevaba desde nuestra soledad de escritoras, hacia un espacio compartido, es decir, la edición como una forma de no estar solas y por que queríamos convertir en libros los textos que nos gustan y amamos.
Hoy, los tres siguen siendo los elementos que dan fuerza a la editorial, pero hay diferencias porque entonces, esos principios se nos aparecían como intuiciones, como cuando uno es chico y sin pedir explicaciones o tomar clases de jardinería, sabe que las plantas se deben enterrar y que crecerán si uno las riega y tienen sol. Lo que no se sabe ni racional ni instintivamente es como va a crecer esa planta, si va a ser una flor pequeña o si hará implosión en ella una fuerza que la convierta en enredadera o en árbol que da frutos. Eso solo se puede saber contemplando la planta y acompañándola en su crecimiento.
Creo que Sigamos Enamoradas no es una árbol todavía, pero lo que si sabemos es que es una planta extraña, algo exótica, increíblemente vital, llena de flores, rebosante de polen.
El lugar de encuentro no fue solo nuestro sino compartido con amigos, los textos efectivamente se hicieron libros y el cuidado amoroso de la literatura terminó por ser algo concreto, la mejor forma de amar la literatura es escribirla y leerla, y si se resuelve ir más allá, todavía, editarla también.
En definitiva, editar es contribuir a la belleza del mundo, por que en la poesía no hay moraleja, la única función social que tiene la poesía es poner un objeto bello en el mundo y punto. La poesía no tiene moral, tiene ética, dijo Watanabe.
Sigamos enamoradas se complace en presentar el bello objeto, inmoral y ético, que es Dinamarca. Gracias.
martes, 13 de noviembre de 2007
Profesiones de riesgo - poema colectivo
domingo, 11 de noviembre de 2007
miércoles, 7 de noviembre de 2007
Tiemblan los países nórdicos
lunes, 5 de noviembre de 2007
1976 - Malvina y Víctor van a Mar del Plata
Sin embargo, cada uno posó ese fin de semana como si estuviese solo.
domingo, 4 de noviembre de 2007
Placeres perdidos y recobrados
lunes, 29 de octubre de 2007
Rosario: jóvenes y hermosos
domingo, 28 de octubre de 2007
Lo mío es la literatura pero...
jueves, 25 de octubre de 2007
Los índigos de Alejandro Mendez
Elige ese rincón
abandonado
de la casa,
junto a las botellas
de lavandina,
con el abrigo gastado,
en silencio.
¿Hablando con las
botellas?
El gesto
telekinético
espanta al gato
escondido
en el armario.
La botella de
lavandina asciende
amarilla
lenta
abducida.
NUEVE
Una noche oscura y fría
aceptaba la ida.
Yo en bombacha y remera esperaba tus besos
lloraba y los abrazaba en el tiempo que quedaba
mientras la ida llegaba.
A las 7 AM ¡Me desperté!
la casa estaba silenciosa
no se veía nada, absolutamente nada
ya no estaban.
Candela a los 11 años
Mucho se ha escrito en la poesía argentina de los últimos tiempos sobre la infancia. Sin embargo este libro contiene una extraña novedad, algo que lo hace diferente, “futurible” para usar palabras del libro. Un estado de solipsismo, de aislamiento absoluto desde donde nacen las voces de cada “niño”. Cada uno de estos poemas brilla incandescentemente solo, aunque se quiera poner “estómago con estómago” o volver a vivir ese último campamento. Chicos índigo se ubica cerca del tono de Nabokov: Lolita, pero también Pálido Fuego, un tono de extraño distanciamiento como el del coleccionista de mariposas que mira extasiado cada uno de esos pares de alas que existen sólo para él debajo del nylon de su álbum.
viernes, 19 de octubre de 2007
¡Quiero ser María Moreno!
Si Gutemberg viviera
Eran esos libros pesados como ladrillos que nos obligaban a caminar encorvados en el camino a la escuela. Tenían entre seiscientas y setecientas páginas y parecían abarcarlo todo: matemática, historia, geografía, el hombre. El conocimiento era entonces, y hasta no hace tanto, un bloque bajo cuyo peso caíamos exhaustos al llegar a casa. Hoy que el saber ha dejado de alojarse en la taxativa definición de un libro, que las fuentes de información se han multiplicado casi hasta el infinito ¿qué ha quedado de los manuales?Si bien todavía se siguen editando libros de texto que abarquen, como antaño las cuatro áreas (Ciencias Naturales, Sociales, Lengua y Matemática) el 80% del mercado escolar se lo llevan los llamados “libros de área,” publicaciones de mucho menor volumen y mayor rotación que más que regirse por aquel proyecto educativo del Estado-Nación que propiciaba escuelas grandes como iglesias parecen responder a las feroces leyes del mercado...
martes, 16 de octubre de 2007
Uno de Silvia Jurovietzky, mientras viajamos a Rosario
Los panaderos son
pequeños núcleos leves
y suaves como el alma.
El viento de primavera
inicia al pasar sobre los árboles
su andar redondo
de corcovas blancas.
En la ciudad hay gente
que levanta la mirada
para volver a bajarla.
2-Concentración
Un hombre viejo recoge
para la ilustración de un cuento
panaderos
los busca y los guarda
en una cajita azul
que abrirá mañana.
Así nos roza su historia
bajo el techo blanco del aula
cuando cierra el relato
sabido de memoria
y sopla su carga preciosa
que flota sobre nuestras caras.
3-Inhumación
abrir la caja del muerto
y que salgan los panaderos
que salga la muerte loca
juan recita
el árbol
de la buena muerte
juan danza por fin
el ritual de su hijo
quieto en una caja
el árbol
de la buena vida
tiene la misma corteza
áspera
pero sus hojas
se renuevan siempre
para caerse
¿el árbol es un regalo
como la buena muerte
es un engaño?
Silva Jurovietzky
de su libro Panaderos, Buenos Aires, Editorial Tierra Firme, 2007.
Nos vamos a Rosario!!
Quedan estos poemas, para que se vayan deshaciendo en las manos del buen lector, como los panaderos.
domingo, 14 de octubre de 2007
Identidades posmodernas
viernes, 12 de octubre de 2007
Mi amiga Mori, segunda parte
miércoles, 10 de octubre de 2007
Mi amiga Mori... Ponsowy
La niña camina en la cuerda floja y sabe
que día y noche en el ancho mundo,
más allá de sus pisadas,
asechan para devorarla los espíritus.
Su miedo está hecho de banderas negras
y otros ojos, de cebras tristes
y un acróbata que tras la boca
oculta huesos, selvas arrasadas, fuegos,
sonrisas que se abren al vacío
desdentado de la muerte.
Es pequeña y blanda, no más grande
que otras que la miran desde abajo
con algodón de azúcar pegoteado
entre los dedos, envidiando
sus zapatillas rosas, el brillo
maquillado de su rostro.
Bajo reflectores, brazos extendidos
a los lados, avanza la niña en el aire alto
por la cuerda tan delgada, vence
el titubeo del cáñamo trenzado, evita
a cada paso caer en la visión
que se extiende arriba de ella, abajo,
en los centímetros más allá
de la línea que trazan sus pisadas.
Suena la orquesta, pedalea el oso,
marchan en dos patas los caballos,
de cabeza se para el elefante.
Y de la niña huyen ángeles y almohadas.
Tiene cinco años y un terrón de miedo
en el medio de la boca, a lo largo de la espalda
y en su temblor de cada noche cuando
la caída llama desde el centro de su alma.
Mori Ponsowy
domingo, 7 de octubre de 2007
¿Y si fuese el Capitán Frío?
jueves, 4 de octubre de 2007
miércoles, 3 de octubre de 2007
Las reglas siguen siendo las mismas
Pero algo más. Más tarde me dí cuenta de que los personajes del micromundo que es la escuela se repiten idénticos en todos los ámbitos de la vida. La literatura, ese espacio secreto que a muchos nos salvaba del bochorno deportivo o de tener la piel demasiado blanca (acostada sobre la lona, debajo de la sombrilla, escribía feliz mi diario) no se salva a sí misma. Ahí están esperando los mismos actores. Los mismos grupos. Manadas de personas detrás de cada texto. No uno y sólo uno, sino toda una cantidad de seres que incorporan o expulsan, que construyen constelaciones cerradísimas. Quizás porque solos se necesita ser descollante para brillar en el pequeñísimo mundo en el que nos movemos.
sábado, 29 de septiembre de 2007
Sábado
Esperé a que te fueras para salir de la cama
pensarás que sigo disfrutando de la siesta
de esta ratito sola y sin embargo no,
estoy teniendo pensamientos indeseables.
Apenas pongo la tostadora al fuego
pareciera una cuestión de nada
lo que hace falta
para que dos de cada seis pedacitos
de pan queden negros
negrísimos,
quizás sea el calor acumulado
de lo que suele ir al fuego
la retícula de acero puesta una vez más sobre la hornalla
lo que hace a la eficiencia de su labor
que ahora realiza a toda velocidad
como escupiendo lo que sabe hacer.
Sí, me pasé el día deseando un poco de tiempo
para mí sola
pero mi cuerpo es como la nave extraviada
de un grupo alienígena,
lo que quiero comer se quema
lo que quiero escribir se quiebra
como una rama
apenas lo tomo para balancearme
y pavonearme y puf
es sábado, se está yendo la tarde.
El poema es mío, la foto de dos obras de Fred Sapey Triomphe
viernes, 28 de septiembre de 2007
En blanco
viernes, 14 de septiembre de 2007
El silencio detrás de todas las cosas
La obra nace de la reflexión en torno a la catástrofe: en 1968 un terremoto arrasó con la ciudad siciliana de Gibellina que quedó completamente en ruinas. Comienza con un ruido atronador que dura una eternidad aunque probablemente se trate de un minuto o dos. A partir de aquí Delbono se interna en todos los recovecos en los que se encuentra el silencio. Detrás de la súplica de amor (Dimi che mi ami! dimi che mi ami!), detrás de la violencia del sexo, detrás del clero, de la milicia, de las forma que adquiere la organización civil, de nuestras maneras de sentarnos a la mesa, de mirar al otro. Como si el silencio fuese el hilo que une nuestra materia. Una mujer sentada en una silla llora. Bobó –ése actor fetiche de Delbono- la rodea, la anima, coloca junto a ella un pequeño elefante de juguete y finalmente la peina, le arregla la hebilla que le sujetaba el pelo y le da un beso, primero en la mejilla, luego en la frente. Todo en silencio. Ese silencio recompone algo en el personaje y algo en el espectador.La obra se instala en el silencio de la comunidad devastada por la catástrofe. Pero también en el silencio que late en el interior de cada uno. Lo que pensamos, lo que sentimos, lo que después compone los gestos cotidianos que nos acercan hasta donde es posible acercarnos. Delbono en escena tiene el entusiasmo y la tristeza de un niño y le imprime al texto –que lee en castellano o que recita en italiano- algo en relación a lo primitivo, a una experiencia primera –no mediada- que le permite gritar, saltar, hacer piruetas. Las canciones que se escuchan a lo largo de la hora y media que dura el espectáculo son hermosas. El poema de Ungaretti también.
miércoles, 12 de septiembre de 2007
El idilio sigue
domingo, 9 de septiembre de 2007
Sala de espera
¿Me perdonarás estos días de Noviembre?
Las llamas tiemblan en los canales del Neva.
Es indigente la belleza del trágico otoño.
Noviembre de 1913
Anna Ajmátova
versión de Belén Ojeda (Edit. Hiperión)
lunes, 3 de septiembre de 2007
Poseerás pocas cosas, incluso libros
Hasta hace poco mi biblioteca era uno de mis mayores orgullos. La adoraba. A partir de esta mudanza -y con esto espero dar por terminado el tema o escribir un proyecto de investigación sobre "pormenores de las mudanzas" que no creo el CONICET apruebe- eso ha cambiado: el libro es también un objeto. Mágico si se quiere, perturbador en algunos casos pero un objeto más. Junta polvo, se desarma, pesa, es engorroso para el traslado. No veo el sentido de tener libros que hace años no leo, que ya no me interesan y que, de volver a interesarme están en alguna de las tantas bibliotecas de la Ciudad, incluso en la vapuleada Biblioteca Nacional que tan cerca me queda.
viernes, 31 de agosto de 2007
Home Sweet Home
martes, 28 de agosto de 2007
Paciencia
Todo se acumula en canastos apilados uno arriba del otro:
cartas, fotos, cubiertos, juguetes, revistas, almohadones, toallas, copas, platos, ropa, botas, zapatillas, cuadros, cinta de embalar (¿no debería estar afuera de los canastos?), lámparas, sábanas, toallas, costurero, libros propios ajenos, frascos, shampú, cacerolas, tijeras, almohadas.
Cosas sueltas que van sin rumbo de habitación en habitación:
una media de Lucio, un librito, 2 libros prestados, 1 factura vencida de ABL, 4 porta velas que quiero lavar antes de guardar (lo escribo y sé que es imposible que lo haga), un salero de cerámica, la carpeta con los poemas para el libro, un florero, un títere de dedo, la máquina de fotos, dos manuales de escuela, un cuaderno con anotaciones de trabajo, un paraguas ¿?, diarios viejos, un enchufe, una estampita, aceite para puertas.
Definitivamente perdido:
al momento (21 hrs del martes) una mamadera de Lucio.
Roto y sin arreglo:
una copa de agua
Estoy un poco perdida, por eso el dibujo de Isol. Intenté varias fotos que mostraran los 30 canastos en el mínimo espacio del living pero la imagen era un poco triste, como de objetos aislados de su vida diaria. Se ve que, aunque siempre me atrajo el ir y venir de los gitanos, soy en esencia sedentaria. Prometo en próximas entradas más literatura y menos diario íntimo; pero paciencia... por unos días parte de mi mente estará guardada en alguno de estos canastos.
sábado, 25 de agosto de 2007
My own private symptom
viernes, 24 de agosto de 2007
miércoles, 22 de agosto de 2007
El bueno de Simon Armitage
martes, 21 de agosto de 2007
Huracán
lunes, 20 de agosto de 2007
El amor (fragmento)
Es el amor. Llegó con la violencia de un ramo de rositas. Todas enmarañadas en un plástico. Y ella estaba vestida de negro. Inmensa. Hermosa. La vi delante de la ventana. Justo entre los postigos. Toda la luz se frenaba en su cuerpo. La claridad la envolvía. Pero ella era compacta. Cerrada. Blanca. Pero negra. Y el pelo caía a los costados del cuello. Fino. Poco. Hasta las clavículas. Tenía las manos grandes. Las piernas anchas. Y me contó, en un idioma extraño, que en Suecia caminaba por un bosque cada tarde. Que le gustaba perderse en ese bosque antes de ir a trabajar. Me habló sobre el hospital. Y sobre la herida de su hermana mayor en el estómago. Me habló con detalles de la herida. Describió las suturas. La salida del pus. El lento enroscarse de los nervios. La detención de la sangre. Los coágulos. El dolor. Y después se inclinó hacia atrás. Se colocó la hebillita en la boca y se la apretó en el pelo. Me sonrió y me miró un instante. Yo me puse sobre mis rodillas, en la cama, y me acerqué a ella estirando el torso. Quise besarla en el cuello, abrir su ropa para introducir mi mano. Y ella se reía, me quitaba los brazos. Después me miraba con dulzura; y yo me hice a un lado. Todo aquel cuerpo inmenso era el amor. Yo la quería.
En Buenos Aires fuimos a comer una noche. Ella me invitó, yo elegí un lugar. Estaba oscuro. Había velas encendidas en las mesas, música baja. Ella se incomodó. Me preguntó por qué había velas. Miré hacia un costado. No contesté. Los bordes estaban en penumbras. Se sentó en una mesa y se acercó el menú a los ojos. Me dijo que era caro. Yo pedí muy poco. Ella pidió vino y se puso a beber. Después nos trajeron la comida. Medio plato cada una. Ella hablaba de sus pacientes del hospital, en Estocolmo. Las inyecciones. La presión. Yo la escuchaba. Le miraba las manos. El mantel bordado debajo de sus dedos. Las puntillas. Tenía puesta una blusita blanca cerrada hasta el cuello. Los botones muy juntos uno del otro. El pelo atado hacia arriba. Rígido. Me hablaba de un artículo que había escrito para una médica en el hospital. Y me habló de su familia, de su padre portugués. Me dijo que había sido navegante. Y que desembarcó en Suecia hacía más de cincuenta años. Allí conoció a la madre. Se casaron, tuvieron hijos. Ella nació segunda. Una vez, de chica, visitó el hielo. Viajaron a Laponia de vacaciones. Recorrieron los condados de Norrbotten y Västerbotten. Ciudades lejanas. Umea. Östersund. Yo escuchaba sus palabras. Me dijo que su madre era sami. De la región de Sáapmi. Cerca del Círculo Polar Ártico. Me hizo el dibujo de una sami sobre una servilleta. La cara de la madre. Lo dobló en dos. Todo me lo decía en inglés. A veces movía las manos para que yo pudiera entenderla. Y después bebía y cerraba los ojos por un instante. Me contó que en navidad, en Estocolmo, la gente encendía velas adentro de las casas. Y que desde su ventana podía ver las otras ventanas alrededor del patio con las luces encendidas. También me habló del bosque. Y de un jardín que ella siempre atravesaba cuando iba a trabajar. De un cementerio. Yo la escuchaba. Le pregunté si había estado enamorada alguna vez. Tardó en contestarme. Me dijo que sí. Le pregunté si yo le gustaba. Me contestó que si. Bebió un poco de vino. Hizo un silencio. Me dijo, en inglés, que se sentía muy atraída hacia mí. Very attracted. Pero que lo nuestro era imposible, por muchas razones. Ella estaba muy enferma. Debía operarse.
Mariana Docampo es Licenciada en Letras, narradora y poeta. En 2001 publicó Al borde del tapiz (cuentos) en Editorial Simurg. Su novela El molino ganó el segundo premio del Fondo Nacional de las Artes este último año.
sábado, 18 de agosto de 2007
viernes, 17 de agosto de 2007
Mi heroína del mes: Beatriz Vignoli
There was no possibility of taking a walk that day. We had been wandering, indeed, in the leafless shrubbery an hour in the morning; but since dinner (Mrs. Reed, when there was no company, dined early) the cold winter wind had brought with it clouds so sombre, and a rain so penetrating, that further out-door exercise was now out of the question.
I was glad of it: I never liked long walks, especially on chilly afternoons: dreadful to me was the coming home in the raw twilight, with nipped fingers and toes, and a heart saddened by the chidings of Bessie, the nurse, and humbled by the consciousness of my physical inferiority to Eliza, John, and Georgiana Reed.
martes, 14 de agosto de 2007
Como dijo Romana...lo primero es lo primero
lunes, 13 de agosto de 2007
5 poetas
domingo, 12 de agosto de 2007
Uno de Madariaga
-Aquí ya empiezan a haber caballos-
me decía.
Y el viento del nordeste comenzaba a ser verde
entre los colores del agua de la infancia.
Estábamos ya muy lejos de los bronces, los
mármoles y los floreros pintados "al gusto de
la familia" en los cementerios municipales.
tren casi fluvial nos envolvía.
Mi pequeño hijo de siete años y yo teníamos en
las manos las ramas de las estrellas y
el resplandor lentísimo de los ríos rosados,
donde sangraba el sol de los caballos, las
vaquerías y las antiguas guerras.
no quiera morir.
jueves, 9 de agosto de 2007
Sabía que me iba a gustar
Leo rápidamente unos versos de Quasimodo a quien no conocía del todo; estoy contenta, sabía que me iba a gustar. Gracias Peppe!
martes, 7 de agosto de 2007
Orden, ansiado tesoro
Por eso los libros se apilan como pueden en la mesa debajo de la ventana. Para la foto traté de aglutinar lo que hace días está ahí esperando ser utilizado -o leído. La plasticola, por ejemplo, es para un album de fotos que le estoy armando a Lucio, el porta chupete debería estar ya en la cajita donde va el algodón y el óleo calcáreo, el frasco de crema vacía es un recordatorio de que tengo que llamar a la farmacia y encargar una nueva, etc, etc, etc. Y me demoro, pienso todavía hay tiempo.
Ni hablar de las lecturas. Están ahí a la espera, todas mezcladas mientras va pasando el tiempo.
En unas semanas nos estaremos mudando a un departamento más grande. Tengo la ilusión de que ahí sí podré finalmente arrancar de cero y mantener libros, objetos, papeles e ideas corectamente ordenados. Para eso ya armé tres listas: "libros que irán en cajas", "libros que tengo que tener a mano" y "libros para la biblioteca". Pero todavía no llamé a la empresa mudadora ni contraté un fletero, ni siquiera comencé a poner las cosas en cajas. Apenas lo escribo estoy por agarrar el teléfono (¿dónde anoté el número del flete?) pero casi al mismo tiempo pienso: todavía tengo un par de semanas y me pongo a hacer otra cosa.
domingo, 5 de agosto de 2007
Así nos conocimos
jueves, 2 de agosto de 2007
Un mensaje desde el Sur
"People need the cover of another perfect wonder
miércoles, 1 de agosto de 2007
Atención
martes, 31 de julio de 2007
Nuevos paisajes
lunes, 30 de julio de 2007
Lo que se viene
Quería aclarar algo: debajo del nombre del blog -que responde al posible título de un próximo libro- solo escribí mi nombre... quisiera haber escrito: poemas, relatos, algo así; pero la verdad no sé exactamente qué voy a ir subiendo acá. Poemas, seguramente, relatos, literatura infantil, algo de la vida cotidiana, bien, bien cotidiana, como este dibujo de Isol. Nosotros somos tres y el pequeñín suele estar más sonriente que en el dibujo, pero el frío lo tiene a mal traer. Somos dos ahora los enfermos: él y yo. Por eso no fui a la Lampalagua de mis amigas, ni a Fedro, ni al asado de mi amiga Ceci el domingo... en fin, esperemos mejorar.