Ha llovido esta noche.
El camino huele a hierba mojada
luego, otra vez, la mano del calor
en nuestros hombros, como para decir
que el tiempo nada se llevará de nosotros.
Pero allá,
donde el campo reposa en el almendro,
mira, una fiera saltó
de ayer a hoy a través de las hojas.
Y nosotros nos detenemos fuera del mundo,
me acerco a ti,
acabo de arrancarte del tronco ennegrecido,
rama, verano fulminado
de donde fluye, divina todavía, la savia de ayer.
Y. Bonnefoy
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