viernes 23 hrs.: La cámara enfoca hasta el hartazgo el cuerpo de una vedette uruguaya. Se hace un paneo por la cola. El pecho. El conductor corta un pedacito de tela y la mujer queda en un cola less. En eso el conductor dice que, la mujer, además -¿además de qué?- canta. Hasta este momento la mujer está de pie al lado del conductor sin hacer otra cosa más que mostrarse. Está ahí, simplemente. Sin ropa, casi. Pero está ahí y el camarógrafo, los editores, el equipo del programa se encargan de que la mujer esté lo más presente posible. Ella es el cuerpo que, de pie, espera algo. El conductor le alcanza el micrófono y, entonces, ahí sí, la mujer empieza a hacer algo: canta. Y para cantar gesticula, mueve las manos, su mirada cambia, interpreta. Y lo hace bien. Entonces pasa a primer plano otra persona que no es ella: el camarógrafo. Está desorientado. No sabe qué mostrar. Porque si la mujer canta –es decir si hace algo, algo más que bailar, ejercicio que el camarógrafo está acostumbrado a seguir: mientras más cola y más tetas, mejor- el hombre que maneja la cámara, ahí, rápido, tiene que decidir. ¿Qué mostrar? ¿La mujer interpretando, es decir haciendo algo más que mostrar el cuerpo, o la mujer como si no estuviese haciendo nada más que estar, su cuerpo hecho pedazos, siliconado, expuesto a cirugías, a anestesias, embadurnado, fajado en un corpiño que no resistiría sin explotar ni el paso de baile más sutil? Continuar mostrando sólo el cuerpo sería como descalificarla, subestimarla.... pero por otro lado hay algo ridículo en el hecho de intentar hacer algo más vestida de esa manera. Y el camarógrafo lo sabe. Porque es imposible abstraerse al cuerpo, así en primer plano. Entonces va y viene, intermitente, de la cara a la cola, de la cola a las tetas, de ahí a la bikini, y de nuevo a la cara. Rápidamente empieza el tema del baile. En cuestión de segundos la mujer queda con los pezones al aire (frase que el jurado repetirá también hasta el hartazgo), continúa bailando, el conductor simula un infarto y todo sigue como si nada hubiese pasado. La mujer se va, se lleva su cuerpo, saluda a la platea, se abre el decorado y sale otra mujer, ¿el mismo cuerpo?, a ocupar su lugar.
Carolina Esses
1 comentario:
Muy buen texto, Caro!!!
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