Hace semanas que estoy obsesionada con Johnathan Franzen. Leí Freedom en diez días completamente fascinada por la construcción de personajes y situaciones, por lo poético del texto, por la dimensión épica. No tengo más que admiración para Franzen que logra atrapar al lector y contar una buena historia, que se embarca en una novela de más de 600 páginas y además, ¡vende! Aquí discrepamos un poco S y yo. Él sostiene que la novela no es para todo el mundo, yo digo que cualquier lector de best sellers se volvería loco con Franzen. El fanatismo que me despertó la novela hizo que cinco días después de haberla terminado y aprovechando una visita a Kel -había que comprar libros para el colegio de Lucio- S regresara con un ejemplar de The Corrections, la novela anterior. Hay quienes dicen que es muy superior a Freedom. Por ahora no coincido, pero voy por la página 280. The Corrections es mucho más irónica, tiene más humor -de todas maneras ayer llegué a una escena tremenda, conmovedora y magistralmente bien armada: la de Revenge Dinner, la Cena de la Venganza, me encanta cuando pasa eso, recién en la página 300 se arma algo súper potente.
Ahora bien, después de desvelrme anoche, de tener pesadillas por lo intensa de Revenge Dinner, entro hoy a una librería y me encuentro con la última novela de Sergio Chejfec:La experiencia dramática. Sigo a Chejfec desde hace mucho. No he leído todo porque hay cosas que no se consiguen pero lo que leí me hipnotizó por completo. Abro el libro. Y es como volver a casa. No sólo es el regreso a la propia lengua sino la cadencia, la elección de los adjetivos, la trama que se demora, la manera en la que va armando una historia y cómo el narrador cobra peso, hay un narrador que es Chejfec y que una podría identificar en cualquier texto, como se reconoce al Saer o al Borges narrador. Se trata de esos narradores que se instalan en el interior del lector casi como un alter ego y que aún después de cerrar el libro no podés evitar sentir que se han apropiado de tu conciencia, que te siguen contando el mundo. (Subís a un colectivo y dentro tuyo tenés la voz de ese narrador que te cuenta que estás subiendo a un colectivo, que alrededor tuyo sucede esto y aquello, te bajás y el narrador se baja con vos)
Entonces me siento a leer La experiencia dramática como quien se toma un respiro, un trago de agua fresca entre tanto efecto -sí Franzen: hay mucho de efecto en The Corrections. Y algo más: iba a escribir que Chejfec nos saca de tanto "idioma extranjero" pero me quedo pensando... porque el idioma de Chejfec es un idioma extranjero en tanto todo castellano/español es extranjero puesto a operar literariamente -sea en Saer o en Cucurto. Eso es lo que hace la literatura. Ahora sí: entre todas las variantes del idioma, qué le voy a hacer, la de Chejfec es una de mis preferidas, una variante un tanto nostálgica desde el vamos, donde lo que se narra de alguna manera ya ha ocurrido y simplemente nos queda disfrutar el tamiz que filtra esa experiencia