viernes, 1 de mayo de 2009

Dos poemas

Había que retratarse la una a la otra
mirarse como en un espejo.
Laura tomó el lápiz para dibujarme.
¿Ves?, dijo la profesora y corrigió un trazo
acá la boca se pierde en una línea fina, desaparece.
Nunca había pensado en mi boca de esa manera
pero ahí estaba el hilo delgado de la forma
como la cuerda por donde un audaz equilibrista
podría medir la entereza de su oficio.
¿O era la voz? Un timbre apenas audible
porque es mejor, alguien alguna vez me dijo
confundirse entre la multitud, que quedar al descubierto.


No sabíamos que el aceite derramado traía
mala suerte. La idea había sido freír unas papas
cortarlas en rodajas y echarlas todas al mismo tiempo
en una sartén descolorida. Los caracoles-
agregó mi madre mientras raspaba el piso negro
la superficie cubierta de pequeñas motas doradas-

cualquier cosa, en realidad, que provenga del mar
también es portadora de mala fortuna.
Nosotras mirábamos desde el sofá
atentas a la ceremonia imposible: borrar
las huellas de la desgracia futura.

de Bucólico paisaje (inédito)

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