Últimamente tengo la sensación de no estar escribiendo nada. Paradójicamente se trata del momento en el que más trabajo tengo: es decir cuando más tengo que escribir por encargo. Y sin embargo -o justamente por eso, nada de poemas, nada de ficción. Siempre fui terriblemente dramática de manera que hay una vocecita interna que me dice: este es el fin, estás atrapada en las redes de la escritura utilitaria, caíste en tu propia trampa. Claro que después reflexiono y pienso: escribir es, después de todo lo que más me gusta hacer, así que, mientras tengo pocas ideas para escribir "lo mío", escribir según el tono de otro, al menos ejercita la mano. Pero, ¿qué es lo mío? Cuando trabajaba en una multinacional atendiendeo el teléfono, me decían: "Claro, no es lo tuyo" La misma frase se replicó exacta en al menos otros 6 trabajos que tuve a lo largo de mi vida laboral. Que no fuera lo mío me habilitaba a estar medio frustrada, enojada, de mal huor, esperando esa oportunidad de, finalmente, trabajar "en lo mío". Y ahora, que lo mío sigue siendo un tiempo lejano -quizás más accesible- pero imposible pienso lo siguiente: entre tanta escritura por encargo, entre tanto "periodismo" -aunque nunca pueda denominarme a mi misma periodista sino más biene escritora o escribiente o escribidora, ojalá existiera un mote para denominar a quien escribe y quitarle todo misticismo- lo mío son los restos. Los restos de la información: esas descripciones largas, esas largas vueltas del lenguaje, esos recovecos. Por eso me persigue la sombra de alguna novela que alguna vez comencé a escribir y nunca terminé. Pero gratamente: porque se trataba de seguir al lenguaje. Por eso me gusta Chejfec. Por eso amo a Saer. Por eso, supongo, escribo poesía. Porque la literatura es un lujo. Y así la entiendo. Lo mío, supongo, ese territorio siempre un poco más allá, siempre un poco postergado, siempre ahí, es ese espacio residual de las historias. Ese lujo -y no por lujoso, brillante o costoso en cuanto "de gran valor". No. El lujo es también lo que se deja de lado, lo que sobra, lo que la máquina trituradora de historias obliga a descartar´.
Y aquí dej de escribir: afuera hay un sol perfecto.
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