miércoles, 14 de noviembre de 2007

Sigamos enamoradas: una planta y sus frutos


Palabras de Mercedes -Dedé- Araujo en la presentación del libro Dinamarca de Elba Serafini.

Antes de venir para acá y pensando en que hoy quería decir algo sobre la edición del libro de poemas de Elba Serafini, repasé algunas ideas que nos motivaron a Romana, a Marinita y a mi a crear la editorial, hace ya casi dos años, en febrero del 2006.
Entonces, decíamos que tres cosas: que queríamos dar a los libros y a sus autores un cuidado amoroso, que la tarea de editor no nos resultaba una vocación en si misma, sino como una ruta de salida, un puente que nos llevaba desde nuestra soledad de escritoras, hacia un espacio compartido, es decir, la edición como una forma de no estar solas y por que queríamos convertir en libros los textos que nos gustan y amamos.
Hoy, los tres siguen siendo los elementos que dan fuerza a la editorial, pero hay diferencias porque entonces, esos principios se nos aparecían como intuiciones, como cuando uno es chico y sin pedir explicaciones o tomar clases de jardinería, sabe que las plantas se deben enterrar y que crecerán si uno las riega y tienen sol. Lo que no se sabe ni racional ni instintivamente es como va a crecer esa planta, si va a ser una flor pequeña o si hará implosión en ella una fuerza que la convierta en enredadera o en árbol que da frutos. Eso solo se puede saber contemplando la planta y acompañándola en su crecimiento.
Creo que Sigamos Enamoradas no es una árbol todavía, pero lo que si sabemos es que es una planta extraña, algo exótica, increíblemente vital, llena de flores, rebosante de polen.
El lugar de encuentro no fue solo nuestro sino compartido con amigos, los textos efectivamente se hicieron libros y el cuidado amoroso de la literatura terminó por ser algo concreto, la mejor forma de amar la literatura es escribirla y leerla, y si se resuelve ir más allá, todavía, editarla también.
En definitiva, editar es contribuir a la belleza del mundo, por que en la poesía no hay moraleja, la única función social que tiene la poesía es poner un objeto bello en el mundo y punto. La poesía no tiene moral, tiene ética, dijo Watanabe.
Sigamos enamoradas se complace en presentar el bello objeto, inmoral y ético, que es Dinamarca. Gracias.

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