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Algunos días, como hoy, vengo sola al centro.
Busco el espacio vidriado de un locutorio
y me quedo unos minutos mirando la calle.
Una ciudad llena de turistas es todavía más extraña a la pena.
La parte invisible del mundo, pienso
no lo inmaterial sino lo concreto desaparecido
-un hombre, una mujer, vos-
debe estar en las páginas de esta guía telefónica
en la que busco tu nombre
y la dirección en la que solía ubicarte.
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