Una quisiera estar sola frente al agua y el cielo. Que la vista no tenga que sortear cuerpos y rostros ávidos por ver el puerto de Colonia, la ciudad vieja. Si sólo se ve niebla; y río y cielo son, en este mediodía, lo mismo.
Ir al ras del agua es lo que permite que el viaje dure tan solo una hora. Los chicos gritan ¡ya llegamos! pero todavía no, falta un poco más de blanco y gris amarronado que es lo único que se ve desde las ventanas. Y aún así una quisiera estar sola frente al agua y el cielo. Comprendo que estoy sentada del lado correcto del barco, que hoy, es el equivocado. Estoy del lado de Colonia. La gente se pone de pie y camina entre las filas de asientos para poder ver el momento de la llegada. Quedo encerrada entre varias personas y no estoy ni por asomo sola, como quisiera.
Ir al ras del agua es lo que permite que el viaje dure tan solo una hora. Los chicos gritan ¡ya llegamos! pero todavía no, falta un poco más de blanco y gris amarronado que es lo único que se ve desde las ventanas. Y aún así una quisiera estar sola frente al agua y el cielo. Comprendo que estoy sentada del lado correcto del barco, que hoy, es el equivocado. Estoy del lado de Colonia. La gente se pone de pie y camina entre las filas de asientos para poder ver el momento de la llegada. Quedo encerrada entre varias personas y no estoy ni por asomo sola, como quisiera.
Estamos llegando. Ya no se puede, entonces, leer la novela, hay que aprontarse como dicen los uruguayos, hay que prepararse para el desembarco. La situación pide una cuota de ansiedad, que aunque todavía falta –estamos llegando- una se levante, bolso en mano y se dirija a la puerta. O permanezca como indica la voz del alto parlante, en su asiento, expectante. En todo caso lo que el momento pide es cerrar el libro, guardarlo y disponerse a vivir la experiencia de la llegada. Porque todavía no llegamos pero es como si ya lo hubiésemos hecho. Aunque los movimientos del barco, ahora, sean más complejos que aquel primer deslizarse –esa velocidad crucero- al ras del agua, aunque ahora sí, el comandante deba demostrar algún tipo de destreza o habilidad porque no cualquiera sería capaz de ubicar al barco en la posición justa; para todos, el viaje ya ha terminado. Por un instante una quisiera no haber sacado pasaje en el buque rápido. Eso que, los días anteriores a la travesía nos parecía maravilloso –el barco tarda solo una hora- hoy nos parece una picardía, casi una barbaridad, un despropósito. No hemos apoyado los pies en tierra firme y ya sentimos nostalgia del viaje, simple melancolía por lo que termina apenas empezaba.
4 comentarios:
Hola carolina te cuento que te escribe de rio cuarto marcelo ortiz,estuve leyendo tus poemas en un programa que se llama un lugar de lv16 radio rio cuarto, domingos 21.30 a 23 es de musica latinoamericana y poesia y me gusto mucho lo que haces www.lv16.com la web y marceloortizlv16@hotmail mi mail y msn muchas gracias,un abrazo y felicitaciones
Hola carolina te cuento que te escribe de rio cuarto marcelo ortiz,estuve leyendo tus poemas en un programa que se llama un lugar de lv16 radio rio cuarto, domingos 21.30 a 23 es de musica latinoamericana y poesia y me gusto mucho lo que haces www.lv16.com la web y marceloortizlv16@hotmail mi mail y msn muchas gracias,un abrazo y felicitaciones
Marcelo, gracias!! Y gracias por el dato del programa. Lo voy a escuchar -cuando solucione el tema del sonido en mi compu. Ya estamos en contacto. Besos
Qué lindo texto! Estás con todas las musas soplando en tus velas, últimamente. Qué bueno!
Publicar un comentario