miércoles, 7 de agosto de 2013

Bajo el hechizo de Sue Kaufman

Tarde -hace rato que el blog ha caído en desuso- retomo estas entradas. Hoy, no tengo poemas nuevos para postear, tampoco pequeños ensayos, tal vez algunas anotaciones como esta escrita a las apuradas en el tiempo que le robo al trabajo -no al trabajo que más me gusta sino al trabajo/trabajo, ese en el que se cumple un horario, se está en un espacio preciso una cantidad determinada de horas, mi tiempo como "empleada"- , bajo el hechizo de Sue Kaufman, una norteamericana que en 1967 publicó Diary of a mad housewife libro que hoy reedita Libros del asteroide y que estoy reseñando para Ñ. E inspirada por Tina, la narrardora de la novela, de pronto, lo entendí todo. 
Tengo treintinueve años y tres hijos de seis, tres y siete meses. Mi pequeño -aunque hermoso- departamento de 70 metros cuadrados está plagado de juguetes, cajas, ropa, libros, CDs si cajas -escucho hace años la misma música simplemente porque no sé exactamente donde están todos los otros discos que quisiera escuchar- pañales, cremas, papeles del colegio de los chicos, recordatorios; ayer fue la primera noche en siete meses en la que dormí ocho horas seguidas -quizás ese sea el impulso que me ha llevado a escribir estas líneas- y yo queriendo terminar de escribir una novela. 
"La novela", así como dicen los norteamericanos, "she is writing a novel" se ha convertido en la sombra que persigo como una sonámbula desquiciada en mis pocas horas de lucidez. A diferencia de Tina, mi síntoma no pasa por el bourbon ni por las pastillas -¡ojalá tuviera el coraje de hacerlo!-, en mi caso es una somnolencia crónica que me impulsa a derrumbarme a cada paso en un sillón diferente y la novela. Ese sillón, claro,  siempre está plagado de juguetes, cajas, ropa, pañales, libros, o en el peor de los casos por personas que reclaman mi atención constante, por lo cual jamás me desplomo del todo. Y la novela es un cuaderno Gloria y un pen drive que llevo en la cartera. No quiero ser injusta conmigo,  también tengo un libro de poemas que está listo o casi listo. Y dos cuentos para niños que esperan todavía la respuesta de una editorial. Pero sobre todo esta la novela. Ese cuaderno Gloria escrito a mano porque sentarme en la computadora hace meses que es complicadísimo, y ese pen drive que -temo aceptar- no sé exactamente dónde está. Valga como catarsis esta entrada. Si Tina lo hizo en los sesenta; si Tina, la protagonista de la novela de Kaufman -¡sí! me identifico con los personajes de las novelas por eso amo el género!- pudo escribir lo que le pasaba, ¿por qué no yo? 
Hace tiempo que lo que pienso sobre la literatura y la vida trato de incluirlo en las pequeñas reseñas que escribo en la revista del diario. Y en relación a lo que me despertó el libro de Kaufman,  van estas preguntas en medio de la tormenta que se viene -aseguran en la radio que hoy llueve-: ¿qué leemos los que leemos a modo de trabajo? ¿qué se espera que leamos? Debe ser como las canciones: te llevan o no te llevan. Pero, cuándo te llevan, ¿pueden hacerlo a algún lugar que no sea siempre íntimo, personal? 

2 comentarios:

Mercedes Araujo dijo...

¡Volviste! Gran alegría. Besos.

Carolina Esses dijo...

Amiga! Muchos besos!