Sin banda ancha, con un teléfono al que casi nadie llama, con las manos cual si hubiera trabajado a la intemperie y esa sensación de los nueve o diez años cuando me quedaba a dormir en lo de una de las chicas más cancheras del grado y estaba feliz de estar ahí -ocupando ése espacio deseado por tantas otras- pero a la vez extrañaba el universo previsible de mi casa, mi tele, mi cama, mi plato de fideos con manteca y queso...
estoy ocupándome de mi nuevo hogar.
3 comentarios:
Carito: que sea un proceso gozoso, que ese deslumbrante extrañamiento vaya cediendo a la familiaridad y la calidez como la de la casita del dibujo, que sean felices y coman perdices
Abrazos múltiples!!!!!
Bueno, abrir canastos, ver que hay dentro y buscar lugares nuevos para las cosas ssuena bastante interesante, no?
Esta empezando la parte divertida!
beso grande
(me encanta tu blog)
Anita: gracias por los buenos deseos. María Eugenia: sí! salvo los nervios que quedan un tanto crispados, empieza lo bueno. Sobre todo tener bañera para darme baños de inmersión, cosa que en la otra casa no tenía. Besos.
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