viernes, 26 de diciembre de 2008

lunes, 1 de diciembre de 2008

Sara Gallardo


9:30 a 10 hs. Apertura
10 a 11:30 hs. “Voces familiares”
Participan: los familiares Paula Pico Estrada, Agustín Pico Estrada y Marta Gallardo

11:30 a 13 hs. “Entre Escritoras”
María Rosa Lojo, "Gente de la tierra, ellas, y los 'otros' en la narrativa de Sara Gallardo"
Mariana Docampo, “La experiencia Eisejuaz”
Gloria Pampillo, “Humanos y animales en los cuentos de Sara Gallardo”
Coordina: Nora Domínguez


13 a 14 hs. Almuerzo

14 a 15 hs. “Sara, periodista”
Participan: Felisa Pinto y Julio Crespo.
Coordina: Lucía De Leone


15 a 17 hs. “Ante la crítica”
María Sonia Cristoff, “Extraña forma de locuacidad (apuntes sobre La rosa en el viento)
Lucía De Leone, “Con firma en Confirmado: Sara Gallardo periodista”
Laura Arnés, “Voces (no) cautivas: las 33 mujeres del emperador Piedra Azul”
Alejandra Laera, “Sara Gallardo, más allá del paraíso”
Coordina: Paula Bertúa


17:30 a 18:30 hs. Presentación de Planta editora
Luciana Delfabro comenta la reedición de "Siete puertas" y "Dos amigos" de Sara Gallardo.

18:30 a 19:30 hs. Teatro de papel Kamishibai
Malena Rey y Julieta Fradkin presentan: “La gran noche de los trenes” de Sara Gallardo

19:30 a 20 hs. Vino de honor

sábado, 29 de noviembre de 2008

No quiero tener un millón de amigos

Muchas de mis amigas están en facebook. Entonces hoy, sábado, después de una noche de despedida de soltera, sigo el consejo de una de ellas y me inscribo -anoto- en Facebook. Tengo que admitir que lo que más me motivó fue la idea de que ahí, en el espacio virtual de FB, podría saber qué era de la vida de muchas personas que no veo desde hace muchos años. Estaba sola en mi casa: mi hijo con mi suegra, mi marido de viaje, el diario sobre la cama junto al último libro de Jeanmaire que empecé a leer hace unos días. Facebook me sacó exactamente dos de esas escasas cuatro o cinco que hoy paso en la placentera compañía de mi ser. Y no me gustó. Bastante tengo con el blog. Fue así: me meto en el perfil de X. Miro quiénes son los amigos de X. Me entero de que entre ellos está Y. Hago lo mismo con Y. Y así sucesivamente. Leo la cantidad de personas que tienen X e Y entre sus amigos. 76, 54. Yo, por ahora tengo 5. Y ni siquiera estoy segura de que sean amigos. Cuando acepté a cada uno me pregunté qué me estaba pasando que me daba tanta intriga meterme en la vida de gente que no veía desde hacía tantos años. Porque hay mucho de vouyerismo en mirar las fotos, leer los comentarios. No es lo mismo que sentarse en un café a charlar cuando uno se encuentra en la esquina de Pueyrredón y Santa Fé. Aquí uno mira, mira, mira todo el tiempo. También me pregunté por el contrario: para qué visitar los perfiles de las mismas chicas que hábía visto ayer en la despedida. Si hablo con ella al menos una vez cada quince días. En fin. Se ve que tengo cierto espíritu malicioso y que pienso que mi poco ingenua curiosidad es trasladable a todos los demás miembros de la comunidad FB. De cualquier manera, al menos para mí, algo huele mal en FB. Esa cadena de amigos, esa red de conocidos, pareciera replicar el mundo más cerrado amparado por cierto control del tipo: él conoce a él, entonces él forma parte de su grupo, y él y él, etc., etc., etc. Es cierto: lo mismo pasa con la literatura y con la pseudo literatura blogger. Pero al menos, para mí, la afinidad o no afinidad -es decir: ponerte o no dentro del grupo "blogs que visito"- responde a una inclinación particular: que me guste o no, que me divierta o no lo que se escribe en ese espacio. Con la amistad me pasa otra cosa. Hace un tiempo una nota sobre el tema decía irónicamente: "Yo quiero tener un millón de amigos". Me pliego: yo no quisiera, ni siquiera, tener un millón de conocidos.

martes, 18 de noviembre de 2008

Mesa de trabajo

Entre el desorden, los malos entendidos, las colaboraciones, etc, etc, etc,
hace días que, tener un libro de Frost al lado mío
me hace bien.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Autobombo

Viernes 14 a las 17 hrs
Rincón de lectura: Martín Prieto, Javier Adúriz, Gerardo Gambolini, Daniel Durand, Carolina Esses, William Ospina.
entrada libre y gratuita.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Mangieri

Yo no lo conocí, aunque el nombre Mangieri estaba en el aire -para mí- desde que empecé a ir a un taller literario en la adolescencia. En el site de Aulicino: impresiones y comentarios de algunos de los poetas a los que editó. Y poemas de él. Salud.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Portugal

Saliste de casa como quien se va
a un país lejano. Portugal, podrías haber dicho.
Una pareja de turistas
camina hasta los acantilados.
¿Son pájaros o es la espuma que golpea
como al vies la piedra
allá abajo
donde adivinaban
el mar revuelto y oscuro?
Lo extraño era que ese rincón de Portugal
no parecía la Europa domesticada por el turismo
ni la agreste fotografía de playa
lo que veían
era otro paisaje;
salvo que lo negro de las rocas
se transformara por arte de magia
en arena
y el vacío en una superficie generosa
dispuesta a alivianar el peso de cualquier caída.
Portugal no suele ser un buen destino
para parejas. Por eso te saludé desde la puerta
Adiós amor mío, que te vaya bien
lo dije sin ironía ni sarcasmo. Desanudé
de un tirón mi bata
y me sumergí en la mórbida
cadencia de las sábanas.

domingo, 26 de octubre de 2008

Como en un cuento de Lorrie Moore



lees en el diario de ayer
que tu cantante preferido -digamos Tom Waits
estuvo en la ciudad.
Mirás las fotos del concierto al que no fuiste
y el mundo se te cae literalmente encima.
Tu marido te mira incrédulo
pregunta, ¿Tom Waits era tu cantante preferido?
En realidad no lo sabés
pero decís que sí, repetís que sí
como si en eso se te fuera la vida
mientras revolvés entre los discos
que eran tuyos, que eran de él y que hoy son una pila
anónima y confusa.
Te pasás el viernes buscando algo de Tom Waits;
encontrás Swordfishtrombones.
La palabra larguísima, impronunciable.
Ponés la primera canción
los instrumentos te golpean sin lógica alguna
sabés que no es lo que más te gusta de él
pero dejás que siga su curso
y defendés
a capa y espada cada uno de sus acordes.


El título del poema hace alusión, sobre todo, a un libro de Lorrie Moore (Nueva York 1956): Self Help (Autoayuda). Creo que todo el libro está construido alrededor de una segunda persona (vos-tú) a la que se aconseja parodiando un libro de Autoayuda.

miércoles, 22 de octubre de 2008

No lo digamos

Siempre he sufrido cuando me preguntan de qué trabajás, o lo que es peor: ¿vos sos.....? A diferencia del médico o el ingeniero o el docente que, si la suerte le ha sido favorable, trabaja de lo que estudia (es decir es abogado y trabaja de abogado -el verbo ser, por supuesto ,es de lo que aquí se trata), yo nunca trabajé de lo que estudié. Quizás ahora esté lo más cerca que pueda estar de que coincida mi licenciatura en letras con mi trabajo remunerado. Aunque esperemos que no sea así, de verdad. Sin embargo, hoy por hoy soy meramente una empleada. Atiendo llamadas, anoto reuniones en la agenda, paso mensajes. Por esto recibo la mayor parte del dinero a fin de mes. El resto llega de las colaboraciones.

Cuando escribo y me pagan por eso, en general son artículos que nada tienen que ver con la literatura. A veces sí. Pero no es la mayor parte del tiempo. Son historias de vida, notas de interés general que me obligan a hacer entrevistas, averguar datos. Me gusta. Sin embargo no diría: soy periodista. Me falta formación, me falta dedicación exclusiva. ¿Qué soy entonces? ¿Escritora? No lo diría tampoco. Quizás debiera, al menos para creérmelo; pero no lo diría. Como buena hija de un comerciante del Once, bien clase media no puedo evitar asociar la definición de una profesión con la del trabajo remunerado. ¿Me pagan por ser escritora? Si asocio la palabra "escritora" con la literatura, tengo que decir que no. Me pagan por estos artículos que nombraba antes, pero por las horas que paso frente a la compu escribiendo narraciones y poemas, no. Y antes de que el lector piense esta chica: al analista! (sí, hablo de estos temas e terapia), voy al grano. Nadie me paga por escribir poemas. Poemas. Aquí va la cosa.

A diario escucho que la gente dice: soy poeta. Y a nadie pareciera incomodarle la facilidad con que se suelta la frase, a modo de presentación, en cualquier encuentro. Sí, soy poeta, dice un hombre en un bar y comienza a leerme uno de sus poemas, a media voz y con la garganta quebrada. Que a uno le paguen o no por lo que hace puede ser un tema que sólo para mí sea una cuestión digna de, al menos, pensar en cuanto a definición propia. O del ser social. Y admito que me faltan elementos para llevar la cuestión al fondo. Pero, de todas maneras, un pedido: no lo digamos. Nos pone a todos demasiado cerca, demasiado en la misma línea. Gruss, Bellesi, Carrera y ¿yo? Ya sé que el yo es como el ícono de la nueva literatura. Pero mejor que sean, eventualmente, los demás los que nos definan como poetas. O que no sea nadie. Definámonos por nuestras otras actividades. Que se yo... vendedor de pinturas, secretaria, traductor, bancario, lo que sea. Si es eso probablemente lo que constituye una parte fundamental de nuestro mundo, de nuestro quehacer diario. Al menos para no ser todos tan iguales, tan poetas.

domingo, 19 de octubre de 2008

Mi poema sentimental

Silvio Mattoni escribió unos increíbles Poemas sentimentales (Siesta) yo no pude evitarlo y hace un tiempo escribí el mío.

A Lucio

Acaricio el libro que traje a la cama.
Lo palpo como si fuese ciega
e intentara reconocer las letras
en el relieve mínimo de la tinta.
Mattoni habla de sus hijas.
Son versos dichosos
pero hoy me parecen terriblemente tristes.
¿Soy la madre mala de los cuentos?
¿O la mala lectora?
Dormís hace sólo un rato
y en lugar de celebrar mi merecida independencia
sopeso un libro ajeno: tapa, contratapa, precio
más presentes para mí que el poema
las hijas, el viaje en auto. Leo
versos sueltos pendiente de una respiración
apenas audible. Llamo por teléfono, miro tele
suspendo toda valoración sobre el libro
lo acomodo al lado de otros
que nunca terminaré de leer, tan similares
en tamaño a este, a vos
antes de pertenecer
como todos
al transcurso de las horas y de los días.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Dos poemas

INVIERNO 2002

Como en el momento del despegue
con la espalda presionando el respaldo
resisto la inercia del recuerdo.
Lucho contra la garra de un cóndor
que quiere llevarme de vuelta.


SIN TÍTULO

Lo que guardamos
celosamente en invierno
sale a la luz en primavera.
Hilachas, pelusas
polvo
que ahora vuela
dorado como polen.
Así nacen malos poemas
sobre el aire libre
la tibieza
y el devenir flor
de lo que cerrado
podría guardar algún secreto.

lunes, 6 de octubre de 2008

The shy author



Beckett. Dice mi amiga Mariana Kosmal que Muleiro lo nombró
en la presentación del libro de Marina Serrano, La diástasis de las tibias largas.
Así, a un costado de todo. Me gusta esa idea del escritor
que no está en el centro y mucho menos en el centro del espectáculo.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Colonia - work in progress III

Ya en el free shop del barco no podía escapar al lisérgico efecto de la novela. Era como si alguien más estuviera contándome lo que yo misma hacía, como tener un traductor en simultáneo. Iba como una zombi, ensimismada en mis propios pensamientos, adormecida entre perfumes y envases de cremas antiarrugas. Agarraba una caja, miraba el precio, hacía la conversión de dólares a pesos argentinos, me detenía en nuevos tratamientos, pensaba cuántas unidades de tal o cual producto tenía que llevar para que se viera la diferencia en la piel o en el pelo, probaba fragancias. Pero estaba ida, ausente. Sabía que alrededor mío había otros, otras tan ávidas como yo de novedades; me llegaban comentarios como al pasar, escuchaba el final de un diálogo, el comienzo de otro, la gente se deslizaba alrededor mío como sobre una cinta transportadora, y yo, la única obligada a sortear obstáculos, a correrme de en medio. Y entre toda esta marea de gente, un pañuelo. Verde, con algo de amarillo pero sobre todo anaranjado. Una bandera, un estandarte, una prenda o un accesorio, como quiera verse, destinado, sin lugar a dudas a mí.
No es algo que me suceda siempre. Recuerdo, por ejemplo, una pequeña carterita bordó con manija de madera. O un pantalón de pana. Si viajo en el tiempo puedo evocar un cinturón que tenía mi madre lleno de piedritas de colores y un vestido rojo sin breteles con flores negras. Bastaba con tener su permiso, con abrir el último cajón de su cómoda de madera. Ahora es un poco más complejo obtener lo que se quiere. Y no es algo que me pase seguido, pero cuando sucede es como si encegueciera. No puedo pensar en otra cosa que no sea ese objeto o esa prenda. Algo así me pasaba con el pañuelo. Hacía él iba, en línea recta, cuando escuché que alguien me llamaba. No sé si fue mi nombre o algo en relación a mi trabajo, la cuestión es que se trataba de mí y en el lapso de dos segundos pasé de estar completamente sola –conmigo misma y con el libro, por supuesto- a estar rodeada por un grupo de alegres niños. Algunos sonreían con chocolates en la mano, otros dando los primeros lengüetazos a varios chupetines de colores. Miren chicos, ¿se acuerdan? Es...., dijo ella. Era la directora de un coro de escuela a la que había entrevistado hacía unos meses para una nota que nunca salió. Y no es que el mote de periodista me incomodara, era la situación en su conjunto; yo estaba pensando en otras cosas como ser el pañuelo o el libro que aferraba contra el pecho. Dije algo así como: No te reconocí así de sport... qué tal, cómo la están pasando. Era cierto, ya la había visto antes. Y creo haberme preguntado si era ella o no, pero, concentrada como estaba en la novela, no le di demasiada importancia. Es que la veía demasiado delgada, parecía mentira que fuera la misma persona de hacía unos meses. Le iba a decir algo en relación a esto pero me detuve, su delgadez era un tanto extrema, quizás algo que la incomodaba o que estaba reviendo con algún terapeuta... sin embargo, contrariamente a lo que se podría pensar, no le faltaba fuerza ni vitalidad. Irradiaba energía. Agarraba a un chico, a otro, les hablaba con firmeza, los retaba o los alentaba a que gastaran el dinero que sus padres en conformidad con ella habían separado para el free shop. Esto era un poco extraño... no parecían los mismos chicos que había escuchado entonando el Himno a la Alegría. Vamos al Festival anual de coros de Colonia, me explicó un poco sorprendida de que no tuviera presente el evento. Y dijo algo más, siempre en relación al barco y a Colonia. Yo quedé muda, creo que la saludé o palmeé en la espalda a alguno de los chicos, no quería parecer descortés pero tampoco perder de vista al pañuelo. Quién sabe si tendrían guardado otro igual como para reponer en el perchero si otra persona se lo llevaba antes que yo.





lunes, 8 de septiembre de 2008

Colonia - work in progress II

La idea era vivir la experiencia. Después de todo se trataba de ver, oír, conversar, estar, como el resto de los pasajeros del barco, en Colonia. Sin embargo la novela fue mi ruina. Empecé a leerla antes de subirme al buque sentada en las pequeñas mesitas redondas con pie de acero, debajo de las lámparas de resina, en la sala de espera. Deseé ese mármol para la mesada de la cocina de mi casa como un artista puede desear cierta forma de la celebridad, o un empresario, el éxito. Esa debe de haber sido la última vez que tuve algún pensamiento propio. Una mesada de mármol blanco para la cocina, cueste lo que cueste. Es decir, mi pensamiento más banal, ese que únicamente hubiese verbalizado en una charla entre amigas muy íntimas, fue también mi pensamiento más auténtico, el más mío. El resto del viaje pasaría indefectiblemente por el tamiz de un verborrágico narrador. ¿Por qué me pasaba eso? No era justo que el único día completo que podía pasar en soledad –me reunía con mi marido al final del día en Colonia- tuviese que transcurrir en diálogo con una voz anónima, extraña.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Viaje a la luna con el diario del domingo


De todo el diario del domingo, lo que nunca dejo de leer es la sección de Empleos. Lo hago desde siempre -al menos desde hace quince años- y nunca, hasta ayer, entendí muy bien por qué me genera tal fascinación. Tengo trabajo. Pero hubo un tiempo en el que no lo tenía, o quería cambiar y me imaginaba la candidata ideal de cualquier de los "pedidos". Trabajé de profesora de inglés, de castellano, de vendedora de un servicio de información teléfonica pre-internet.... después entré de secretaria en una prepaga y más tarde en una multinacional, primero como recpecionista y después como asistente en diferentes áreas -siempre las mismas tareas pero con diferente nombre. Todo en paralelo con mi carrera en Letras. Llegué a ser asistente de recruiting (algo así como la búsqueda de personal) y viajé en pleno 2000 buscando "candidatos" para cubrir los puestos de analistas en negocios o asociados de la empresa. Miraba y miraba CVs para hacer la selección mientras el país se caía a pedazos. Teníamos con Eleonora -mi jefa inmediata en ese momento- una oficina con vista a la nada. Y Ele, embarazada de ocho meses, insistía en seguir con la misma eficiencia con la que estaba acostumbrada a trabajar. El país se desmoronaba. De hecho yo quedé sin trabajo en septiembre de 2001 y Ele un poco antes. La cuestión es que a partir de ese "puesto" que tuve, en el que estaba en contacto con los chicos/as ávidos por entrar a McK, me quedó esta inclinación a mirar los avisos. Y ayer, el diario La Nación tuvo un gran acierto una nota casi surrealista, que empezaba con un tema y derivaba en cualquier otro -a lo Aira. El autor de la nota contaba el proceso de selección al que se somete a los candidatos para astronautas. Decía que, en definitiva, quienes se postulan buscan lo que todos: un futuro que adivinan del otro lado del recuadro de "se busca". Y que, ya sea para viajar a Marte -que es el último hit de la moda estelar-, o para entrar en una empresa de, digamos, consumo masivo, telemarketing, lo que sea, la gente se hace la misma película, las mismas ilusiones. En ese ritual de enviar un CV, previamente diseñado para el puesto en cuestión -yo llegué a tener varios: uno para traductora, otro para docente, otro para secretaria... me creía capaz de cumplir cualquier rol-, en la elección de la ropa, en la visualización, la noche previa, de la entrevista, en la espera... uno se siente envuelto en infinidad de fantasías.
Y eso es lo que encuentro cuando miro los avisos. Porque es casi una obsesión, lo que más me interesa del diario, por lejos. Las frases que se utilizan, por ejemplo, la alusión a una "posición" a un "puesto", los grandes recuadros en inglés, los que piden "disponibilidad horaria"... ¿A qué se refieren? ¿cuánta disponibilidad horaria quieren? Y los desafíos a los que aluden, la actitud que piden de los candidatos, el compromiso.... es como otro mundo, el de los clasificados. Un mundo casi rayando en la locura, en el despropósito. Como cuando viajamos ese año 2000 a ofrecer "puestos" que después teníamos que patear para adelante, decir: "en lugar de empezar el 2 de septiembre, quizás tengas que empezar en enero del 2001" y los "candidatos" dispuestos a todo con tal de tener su lugar en el mundo de la multinacional.
En fin. Viajo a la luna de la mano de los clasificados de empleos.

viernes, 29 de agosto de 2008

Colonia, work in progress

Una quisiera estar sola frente al agua y el cielo. Que la vista no tenga que sortear cuerpos y rostros ávidos por ver el puerto de Colonia, la ciudad vieja. Si sólo se ve niebla; y río y cielo son, en este mediodía, lo mismo.
Ir al ras del agua es lo que permite que el viaje dure tan solo una hora. Los chicos gritan ¡ya llegamos! pero todavía no, falta un poco más de blanco y gris amarronado que es lo único que se ve desde las ventanas. Y aún así una quisiera estar sola frente al agua y el cielo. Comprendo que estoy sentada del lado correcto del barco, que hoy, es el equivocado. Estoy del lado de Colonia. La gente se pone de pie y camina entre las filas de asientos para poder ver el momento de la llegada. Quedo encerrada entre varias personas y no estoy ni por asomo sola, como quisiera.
Estamos llegando. Ya no se puede, entonces, leer la novela, hay que aprontarse como dicen los uruguayos, hay que prepararse para el desembarco. La situación pide una cuota de ansiedad, que aunque todavía falta –estamos llegando- una se levante, bolso en mano y se dirija a la puerta. O permanezca como indica la voz del alto parlante, en su asiento, expectante. En todo caso lo que el momento pide es cerrar el libro, guardarlo y disponerse a vivir la experiencia de la llegada. Porque todavía no llegamos pero es como si ya lo hubiésemos hecho. Aunque los movimientos del barco, ahora, sean más complejos que aquel primer deslizarse –esa velocidad crucero- al ras del agua, aunque ahora sí, el comandante deba demostrar algún tipo de destreza o habilidad porque no cualquiera sería capaz de ubicar al barco en la posición justa; para todos, el viaje ya ha terminado. Por un instante una quisiera no haber sacado pasaje en el buque rápido. Eso que, los días anteriores a la travesía nos parecía maravilloso –el barco tarda solo una hora- hoy nos parece una picardía, casi una barbaridad, un despropósito. No hemos apoyado los pies en tierra firme y ya sentimos nostalgia del viaje, simple melancolía por lo que termina apenas empezaba.

jueves, 21 de agosto de 2008

Supimos hacer de la orilla una casa
a la altura de las circunstancias
pensamos: nada puede llevarnos de vuelta
estamos a salvo
y nos dimos a la tarea de construir una familia.
Nuestros hijos crecerían entre juncos
les lavaríamos el barro de las piernas
cuando atravesaran descalzos la laguna.
El frío, como un pájaro de mal agüero
habría quedado atrás, olvidado
en una bolsa de plástico negra
a los tumbos por la montaña.
Cuento los días que faltan para la primavera.
Pero algo me dice que no vendrán tiempos mejores.
Acuno, doy el pecho –mi parte más preciada
enseño a balbucear primeras palabras;
endurecida la mandíbula
los ojos fijos en una imagen que se yergue
detrás de mí, o sobre mí
o sobre todos
mi hijo se despereza.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Amsterdam

¿Cuándo se escucha la voz del otro (el otro amado), en el teléfono, desde la cocina, en medio del ruido de la calle, o desde cerca, cerquísimo, acá nomás, desde dónde habla? ¿Cómo llega esa voz? ¿qué la atraviesa? ¿qué ve del otro esa voz? Es un poco la pregunta de Barthes en Fragmentos... pero a la mexicana y con una dosis de nostalgia llena del smog y los ruidos del DF. Amsterdam puede ser el país al que nunca se llega o la cabina telefónica del otro lado de la calle. Junto a Budapest, de Chico Buarque -otro de los libros que leí recientemente- éste es altamente recomendable.

domingo, 17 de agosto de 2008

Durante días estuve escribiendo en papeles diminutos
cosas terribles sobre vos
parecía una gitana esparciendo insultos
en boletos de colectivo, entradas de cine.
Era como aprender otra lengua
empezando por lo más vulgar
y atribuírtelo todo a vos.
Esas palabras me redimían
y después de cenar
te abrazaba debajo de las sábanas
como quien se aferra a un barco que se hunde.

sábado, 16 de agosto de 2008

La mejor

Hebe Uhart: soy tu fan

viernes, 15 de agosto de 2008

Y sí....

Carver: soy tu fan
Fue uno de mis primeros encuentros
con la literatura. Me lo recomendó un vendedor de Fausto
un día que pasaba por ahí a la salida del colegio.
Hace un tiempo leí en Ñ que Tato Flores Cárdenas -el director de Catedral
una versión en teatro del cuento- recomendaba o estaba leyendo
A new path to the waterfall increíble libro de poemas donde
Carver relee en clave poética a Chejov entre otros.
Pasen y vean:
Catedral en el Abasto Social Club
dirección y dramaturgia: Martín Flores Cárdenas
reservas: 4862 7205 Humahuaca 3649

jueves, 14 de agosto de 2008

En la misma tónica del anterior: new poems

Un día, te prometo, voy a quedarme en casa
a coser todos tus botones.
Sacos, camisas, contaré los ojales
buscando en cada prenda la pieza que falte;
no voy a conformarme con que se adapte a las otras
deberá ser igual, idéntica en color y tamaño.
Un día, te prometo, voy a ordenar los placares
quiero poder responder algo cuando preguntes
dónde esta tal o cual cosa.
Y un día, también
haré los dobladillos que hoy improvisás
plegando la tela para adentro
en un simulacro que a veces falla
y deja entrever mis pocas cualidades de costurera
y tu casi nula capacidad para mentir.
Quizás le encuentre el gusto
a quedarme junto a la ventana
enhebrando la aguja
arriba y abajo, la mano con el hilo
concreto
ya no el imaginario
sino el que en la práctica existe
transparente sí
casi invisible
azul sobre azul, negro sobre negro
y ensimismada en mi labor
quizás renuncie a todo lo demás.

martes, 12 de agosto de 2008

El Tilo

Aira: soy tu fan.

domingo, 10 de agosto de 2008

Preludios

Debussy: soy tu fan.

sábado, 9 de agosto de 2008

Nuevos poemas

Todo lo que queremos
está dentro del perímetro de esta cama, dije
dos metros cuadrados suspendidos
a treinta centímetros del suelo.
Soy un niño, repetía Lucio
mientras jugaba con una moneda.
¿Y yo? Podría seguir un rato largo
ensayando estos ejercicios
de estiramiento, patas para arriba
sobre la apelmazada resistencia del colchón.
¡Niño! gritaba Lucio
y saboreaba la palabra extranjera escuchada en la tele
el español lejano al castellano de nene
o chico. ¿En qué idioma hubiésemos hablado
de quedarnos por siempre en esta cama?
Nos encontrarían muertos a los tres
los ojos fijos, dulcemente adormecidos
en nuestro bucólico paisaje de clase media.
Así dicen se muere de hambre:
el cuerpo entra en una ensoñación
y se abandona a las visiones
como quien en medio del desierto
imagina un oasis.
No soportaríamos el hambre, dijiste
y fue tu manera de negar mi primera frase.
No, no todo lo que queremos esta contenido
en el perímetro de esta cama.
Antes de abandonar el libro que leías
plegaste con prolijidad una de las hojas,
Lucio bajó en una pirueta de la cama
y yo me dispuse a guardar
juguetes, ropa
y a dejar fuera del alcance
del niño
monedas o botones.

miércoles, 4 de junio de 2008

AQUI VA:

As in an ancient procession,
as if someone were saying it is freezing outside,
a herd of buffalo has taken shelter
inside our everyday silence.

Like kids trapped in a flat
they sniff for a track,
something that will relieve boredom.
An exhausted buffalo drops to the carpet.
Is it his fate to die like that,
instead of letting himself be led one night
across the snow-covered plain?

Resting you look like a sick animal-
not hurt, not harassed by a huntsman,
but sick.
Is this the way animals die-
deceived, like us, amidst the landscape's quietness?

Traducción Laura Chalar

domingo, 1 de junio de 2008

Pájaros en la cabeza


Lindísima! La revista Versal, del colectivo internacional Wordsinhere, donde se incluyó la versión de un poema mío en inglés. Gracias Laura Chalar, la traductora, poeta y mensajera de tamaña buena noticia. Aquí la tapa, mañana (o pasado, no quiero incurrir nuevamente en falsas promesas) el poema.

sábado, 24 de mayo de 2008

¿Qué más?

viernes 23 hrs.: La cámara enfoca hasta el hartazgo el cuerpo de una vedette uruguaya. Se hace un paneo por la cola. El pecho. El conductor corta un pedacito de tela y la mujer queda en un cola less. En eso el conductor dice que, la mujer, además -¿además de qué?- canta. Hasta este momento la mujer está de pie al lado del conductor sin hacer otra cosa más que mostrarse. Está ahí, simplemente. Sin ropa, casi. Pero está ahí y el camarógrafo, los editores, el equipo del programa se encargan de que la mujer esté lo más presente posible. Ella es el cuerpo que, de pie, espera algo. El conductor le alcanza el micrófono y, entonces, ahí sí, la mujer empieza a hacer algo: canta. Y para cantar gesticula, mueve las manos, su mirada cambia, interpreta. Y lo hace bien. Entonces pasa a primer plano otra persona que no es ella: el camarógrafo. Está desorientado. No sabe qué mostrar. Porque si la mujer canta –es decir si hace algo, algo más que bailar, ejercicio que el camarógrafo está acostumbrado a seguir: mientras más cola y más tetas, mejor- el hombre que maneja la cámara, ahí, rápido, tiene que decidir. ¿Qué mostrar? ¿La mujer interpretando, es decir haciendo algo más que mostrar el cuerpo, o la mujer como si no estuviese haciendo nada más que estar, su cuerpo hecho pedazos, siliconado, expuesto a cirugías, a anestesias, embadurnado, fajado en un corpiño que no resistiría sin explotar ni el paso de baile más sutil? Continuar mostrando sólo el cuerpo sería como descalificarla, subestimarla.... pero por otro lado hay algo ridículo en el hecho de intentar hacer algo más vestida de esa manera. Y el camarógrafo lo sabe. Porque es imposible abstraerse al cuerpo, así en primer plano. Entonces va y viene, intermitente, de la cara a la cola, de la cola a las tetas, de ahí a la bikini, y de nuevo a la cara. Rápidamente empieza el tema del baile. En cuestión de segundos la mujer queda con los pezones al aire (frase que el jurado repetirá también hasta el hartazgo), continúa bailando, el conductor simula un infarto y todo sigue como si nada hubiese pasado. La mujer se va, se lleva su cuerpo, saluda a la platea, se abre el decorado y sale otra mujer, ¿el mismo cuerpo?, a ocupar su lugar.
Carolina Esses

martes, 20 de mayo de 2008

Con los pies lejos del piso

Necesito tener los pies un poco por encima del suelo. Y no es que la ficción o la poesía tengan ése efecto pero sí pienso que el periodismo tiene el efecto contrario. Y para acompañar el poema tendría que encontrar una foto del año 2002 donde una nena -Azul- moja los pies en el agua cristalina y helada de un lago. Con las rocas de fondo. No tengo a mano esa foto. Así que apelo a la imaginación de cada cual. No faltará quien logre visualizar lo que hoy no puedo: una playa coloreada por el sol, repleta de plantas exóticas y una arena fina, blanca.
Aquí va un poema que Irene Gruss leyó en la presentación de su obra reunida: La mitad de la verdad editada por Bajo la luna.

MUJER IRRESUELTA

Yo quisiera, como Gaughin, largar todo e irme,
dejar mi familia, la no tan sólida
posición
e irme a escribir a alguna isla
más solidaria.
Esa tranquilidad de Gaughin,
permanecer en una isla
tan calurosa, donde las mujeres
escupen resignadas
carozos de fruta silvestre.

Irene Gruss

jueves, 15 de mayo de 2008

Mi bisabuela Gracia, casamentera

Caras y Caretas de mayo
por Carolina Esses
Entre la Buenos Aires de los años treinta y la ciudad de Alepo había mil diferencias. Quizás por eso, para que no fuesen tantas, fue que al llegar de Siria, Gracia continuó ejerciendo su oficio. Recorría los barrios. Se detenía en los negocios, en las casas de familia, en las tiendas donde sabía podía estar ese codiciado soltero judío ideal para la hija del sastre, tan linda, tan bien criada. O al revés. Buscaba a la hija del profesor que aunque todavía jovencísima podría ser la compañera perfecta para el hijo mayor del dueño de la hilandería. Gracia, era Gracia Esses. Su apellido nos delata a ambas: bisabuela y bisnieta. Y la historia es de esas que abundan en las familias de la colectividad. Gracia era una shadjente. Una casamentera judía.
“Hasta una o dos generaciones atrás muchos casamientos se arreglaban –cuenta Paul Armony, de 75 años un hombre muy activo en la colectividad judía- Lo hacían los padres entre sí desde que los chicos eran muy jovencitos. Doce, trece años. Y muchas veces recurrían a los servicios de la shadjente. Ella recibía el pedido de los padres de las chicas que eran los que pagaban.” Apenas cobraban un anticipo comenzaba el desfile de candidatos. Según los estudiosos la palabra original es hebrea, shiduj, y viene de un verbo que significa “hacer enamorar” o cortejar. El origen del oficio se remonta a la Edad Media cuando las parejas se formaban gracias a la tarea de un intermediario. Con el tiempo se profesionalizó y se convirtió en un modo de ganarse la vida. Gracia, por ejemplo, tenía sus artimañas. Aunque no siempre saliera ganando. Como aquella vez que un hombre no quiso pagarle –ni hablar de casarse- cuando corroboró que la mujer que entraba al templo no se parecía en nada a la de la foto que Gracia le había mostrado. O la parejita que en lugar de respetar los tiempos y la ceremonia en el templo se escapó haciendo un “paga Dios.”
Según Armony como la mafia judía se dedicó a la trata de blancas, muchas veces se recurría a la shadjente para corroborar el buen nombre de la novia, para saber a ciencia cierta que no había sido víctima de nada turbio. Tenían un sistema de información siempre actualizado que no era más que el boca a boca. Sabían a la perfección cuántas chicas judías solteras había en la cuadra y según sus atributos –y su dote- a qué tipo de soltero podían aspirar. Así, estas eternas madres judías se encargaban, no sólo de alimentar a sus hijos sino de proteger, a través de matrimonios endogámicos, el legado cultural.
Hoy, a pesar de que los matrimonios mixtos son moneda corriente, basta con escribir shidaj en google para encontrar una larguísima lista de sitios para solos y solas de la cole. Algunos periódicos judíos también publicitan espacios donde una mujer “profesional, soltera, de 28 años y que respeta Kasher y Shabat” puede encontrarse con un hombre “profesional, de 32 años, soltero, brillante”. Sin embargo, en Villa Crespo todavía queda una shadjente tal cual era Gracia. Sara Kinderman. Amiga entrañable de Roberto Galán, Sarita tiene un código que respeta a rajatabla: “La persona que recurre a mí tiene que querer casarse, nada de vivir en pareja o pasar el rato. Si me doy cuenta de que buscan otra cosa, los despido inmediatamente”. Es que Sarita siente sobre sus hombros el peso y la responsabilidad de la tradición. “Soy una verdadera shadjente”, repite y aclara que por respeto a ella en la primera cita la pareja sólo debe conversar. Nada de contacto físico. Sarita no cobra un precio fijo. Tiene un platito sobre la mesa del comedor donde la gente le deja lo que puede. No importa si son diez, cincuenta o cien pesos. Lo verdaderamente importante es que dejen de estar solos.
Cuando me fui de lo de Sarita era viernes y ya había salido la primera estrella –signo del comienzo del día de descanso judío, el Shabat. Pero ella se encargó de aclarar que no descansa ni siquiera en Shabat. “Es cuando la gente más sola está”, dice, “ahora en un rato viene un médico que busca novia y mañana ya tengo citadas a dos personas más.” A veces la gente piensa que discrimina cuando se entera de que sólo casa a solteros de la cole. Pero ella no lo ve de ese modo: “Si todavía no casé a todos los judíos”, dice, “¿cómo me voy a ocupar de la gente de otras colectividades?”.

jueves, 24 de abril de 2008

La celebración de la palabra escrita


Por Carolina Esses
Algunos años atrás para leer era necesario hacerse de un libro. Si el lector era de esos afortunados con biblioteca en su casa, bastaba con elegir alguno del estante. Las familias de clase media ahorraban para poder comprar una enciclopedia y responder a través de sus páginas las preguntas de los más chicos. No hace tanto: la generación que hoy tiene treinta y cinco puede dar cuenta de las visitas del vendedor de enciclopedias.

Si los libros no estaban al alcance de la mano se podía recurrir a parientes o amigos. La biblioteca pública se consultaba con regularidad. El libro se buscaba, se conseguía, se prestaba. Hoy, la imagen del lector con un libro entre las manos no es la única escena posible. En los más de 2. 700. 000 hogares registrados a nivel nacional, millones de personas leen reflejadas a través de una pantalla. Y otras tantas lo hacen en locutorios, oficinas, locales y sí, también, bibliotecas.

Entre los números que maneja la industria editorial y las estadísticas de lectura pareciera haber un desfasaje: en el 2006 se publicó un 12% más de novedades que en el 2005. El número de ejemplares impresos también aumentó en más de 13 millones. Sin embargo, en el mismo año, el 43% de las personas encuestadas a nivel nacional admitió no haber leído un solo libro. Quienes no leen apelan al aburrimiento y a la falta de tiempo. Quienes sí leen, lo hacen por placer o por la necesidad de formación. Sin embargo las estadísticas no ayudan a responder otra pregunta: ¿cómo se lee hoy?

Leer y escribir son ejercicios solidarios entre sí. La pregunta por cómo leer trae inmediatamente la cuestión de la escritura. Está claro que ni el aumento en la producción editorial ni la multiplicación de textos a través de la red pueden llevar a pensar en mejores escritos. Sin embargo ahí es donde se detiene el sociólogo Christian Ferrer cuando se trata de reflexionar sobre el tema: "Las tecnologías novedosas modifican el hábito de la lectura, pero no por eso se lee 'mejor', de la misma manera que la pluma de ganso o la máquina de escribir no producían mejores escritores que las computadoras".

La docilidad del teclado de la PC y la velocidad de corrección ayudan al escritor, pero a la hora de escribir –como a la hora de leer– la batalla es entre el sujeto y el lenguaje.


El artículo completo acá.

domingo, 30 de marzo de 2008

Promesas rotas

En breve continúa la posteada de poemas.
Hijo, casa y trabajo no me dejan margen últimamente.
Ah, y no tener internet en el laburo.

martes, 25 de marzo de 2008

4-con correcciones

Quisimos permanecer en un paisaje apenas formado
Pensábamos que se podía estar
como un árbol en medio del agua: las ramas floridas
los frutos cayendo sobre la transparencia del agua
Éste es el paraíso de lo breve. Y aunque parezca
que el tiempo no transcurre
los objetos sucumben sin remedio
a su propio, extraño, deterioro.

lunes, 24 de marzo de 2008

4
Quisimos ser más jóvenes que un paisaje apenas formado.
Pensábamos que se podía estar como un árbol en medio
del agua: las ramas floridas, los frutos cayendo...
Este es el paraíso de lo breve.
Y aunque parezca que el tiempo no transcurre
los objetos caen sin remedio
en su propio extraño deterioro.

domingo, 23 de marzo de 2008

3
La luz de la tarde desdibuja los contornos
y no se distingue el fondo de la figura que lo atraviesa.
Voy como el ciervo
la piel encrespada, el andar sigiloso
busco confundirme con el color de las cosas,
no hay nadie alrededor mío
y la noche se demora como un insecto gigante
sobre el lomo de su presa.

sábado, 22 de marzo de 2008

2
Vuelvo a través de un camino empinado
subir y bajar forma parte de mi recorrido diario
sin embargo hoy me demoro por una calle plana
estoy casi en los barrios altos
la parte más pobre de la ciudad es la que brinda
la mejor panorámica, desde aquí se ven
el lago, los cerros
si estirara un poco la mirada podría ver
incluso mi casa.

viernes, 21 de marzo de 2008

Un poema por día durante 10 días

1

Algunos días, como hoy, vengo sola al centro.
Busco el espacio vidriado de un locutorio
y me quedo unos minutos mirando la calle.
Una ciudad llena de turistas es todavía más extraña a la pena.
La parte invisible del mundo, pienso
no lo inmaterial sino lo concreto desaparecido
-un hombre, una mujer, vos-
debe estar en las páginas de esta guía telefónica
en la que busco tu nombre
y la dirección en la que solía ubicarte.

viernes, 7 de marzo de 2008

Se viene

la mujer con orejas de lobo. Un relato de última generación. Lo pensé ayer, en la Casa del Escritor (que llamaré hasta el cansancio Casa de la Poesía haste que me acostumbre), mi nuevo lugar de trabajo, inspirada por el fernet con cola.

Hoja borrador

Ser visible a medias. Dejarse ver pero no demasiado. Y no con ánimos de generar misterio. Sino más bien de estar apenas, levemente (Como dice el blog de B. Vignoli). ¿Es mejor que brillar? ¿Es otra manera de brillar? La multitud apabulla a los tímidos.
PD: ¿Hay alguien que lea completas las entradas de los blogs?

lunes, 3 de marzo de 2008

Poema

UN HOMBRE SIEMPRE ES UN TIGRE hambriento, dijiste.
Hoy pondría en duda cualquiera de tus máximas
pero hace un tiempo te escuchaba y me parecías
cauto, sabio
un cazador adiestrado en observar a su presa.
Estar del lado del ciervo no siempre implica
elegir al más desvalido.
Quién sabe si su hambre es mayor o menor a la del tigre
si está lastimado
o si tendría el coraje, llegado el caso, de derribarlo.
A fin de cuentas ciertos paisajes
no son más que un camino de tierra,
una hilera de árboles, el aire
cargado de resina y en el callejón del bosque
un animal dando vueltas en su jaula.

viernes, 15 de febrero de 2008

El otro lado de la moneda

Toda columna que gire alrededor del tema de los despidos macristas en el Gobierno de la Ciudad arranca con una aclaración: sí hay gente que no labura y está bien que esa gente se vaya. Lo que sucede -aunque uno coincida con esa afirmación- es que nadie se solidariza con la causa de los municipales, entonces la aclaración se hace indispensable. Se supone, por otra parte que a todos les gusta su trabajo. Arquitectos, obreros, operarios, bancarios, diseñadores, empleados de maestranza, docentes. Personalmente a veces me gusta trabajar y a veces no. Mamé la cultura del trabajo. Que hace bien, que hace madurar, que es la verdadera independecia. Más vale que, a esta altura, no afirmaría ninguna de estas proposiciones. Si pudiera, no trabajaría. Haría otras cosas pero estar nueve horas en una oficina, no. Por otro lado en un país donde la secuelas del desempleo todavía están a flor de piel es al menos llamativo que a la mayoría de la ciudadanía no le preocupe que se engrose las listas del sin trabajo. Pero bueno, sigamos. Así como el piquete hace rato que no tiene buena prensa, el empleado municipal -hoy llamado glamorosamente empleado del Gobierno de la Ciudad- no es un ser querido. Ahora, la otra cara de la moneda era esta pequeña escena: un centenar de personas encerradas en el mismo espacio intercambiando miradas, sospechas, bajando la cabeza al preguntar en susurros: "Entonces me estarían renovando el contrato tres meses más?", hablando de listas, de nombres que el gremio sí defiende y otros que el gremio no defiende, esperando ver si el dia 15 finalmente aparece acreditado el sueldo, acuerdos, pactos, interminables consultas al área de personal. Lo mínimo que se puede decir es: desprolijo. Lo mínimo, pero estoy hablando en los término de la mayoría, la que le dió el voto a la reestructuración de la planta de empleados estatales. Se suponía que estos muchachos de Newman, del Champa, de la Universidad de San Andrés sí sabían como hacer las cosas con prolijidad. Para algo cuentan con asesores muchos de ellos pertenecientes a grandes consultoras multinaionales avezados en el arte de barajar y dar de vuelta. TRabajé seis años en una consultora de esas y puedo asegurar que saben de armar planillas, de hacer pronósticos, de no dejar nada librado al azar. Al menos con esas cosas torturaba un jefe mío a todo analista o secretaria que se le pusiera en el camino. Todo debía estar impecable. Me niego a pensar que esta es la única manera de hacerlo. Aunque el gremio se venga encima. Por qué no reunir a todos y decir: vos sí por esto y por esto y vos no, por esto y por esto. No es tan difícil. Aunque se tengan que comer cientos de juicios. No saber es terrible. Siempre lo fue. Esribo y me corrijo: generar incertidumbre siempre ha sido un arma inbatible. ¿Por qué no iban ellos a usarlo?

En el interín doy por comienzo una tarea titánica. Un pase de Ministerio. Me voy de Desarrollo Social (ex Derechos Humanos y Sociales) y entro a Cultura. Si Dios y el macrismo me lo permiten.

La Antigüedad siempre estuvo de moda by Leonor Silvestri

Leonor Silvestri ataca de nuevo con su taller de mitología en Fedro. Esta vez: Amor Improbus Omnia Vincit: Sexualidad en la Antigüedad a través de sus textos. Verdades y mentiras del tema de moda. Informes e inscripción: leonorsilvestri@yahoo.com Telefono: 4383 1321 Arancel: $80 por mes. (8 clases en total). COMIENZA EN MARZO

miércoles, 13 de febrero de 2008

Todo se amontona sin ningun patrón aparente






El límite de tiempo que me había impuesto para el primer borrador de Días hábiles se acerca -y no pienso permitirme una prórroga- y yo empecinada en cuestiones inútiles como impedir que las cosas se amontonen según se les de la gana. Poner orden o favorecer que los objetos se agrupen según su naturaleza: libros con libros, ropa de mujer con ropa de mujer, de niño con la de niño, medias con medias, discos con discos. Aquí arriba testimonios gráficos de una preocupación inútil.

martes, 29 de enero de 2008

"Ask her if she still keeps all her kings in the back row"

Estoy releyendo The Catcher in the Rye (Salinger). Lo leí en el colegio, no recuerdo en qué año, pero poco a poco me vienen a la memoria nombres y sensaciones que tuve al leerlo en plena adolescencia. Por ejemplo el nombre de Jane Gallagher.
Holden, el protagonista, a quien acaban de expulsar del colegio está charlado con su compañero de cuarto, un chico buenmozo, canchero que se arregla para una cita. Cuando Holden le pregunta con quién sale, Stradlater le dice que con Jane Gallagher. Holden no lo puede creer y le cuenta que ella fue su vecina durante un verano y que solían jugar juntos al ajedrez. Recuerda en voz alta que ella siempre dejaba los reyes en la última fila sólo por el gusto de verlos ahí.. Y cuando Stradlater está por salir le dice: Pregúntale si sigue dejando sus reyes en la última fila. Lo que me gusta de esa frase, ahora que la transcribo en castellano es justamente lo que en la traducción se pierde: "all her kings at te back" ese posesivo "her", como si, en realidad estuviera preguntando no tanto por el ajedrez en sí mismo sino por una manera de tratar a los reyes, a los hombres... de dejarlos esperando atrás, cada uno en su casillero. Me pareció una frase increíble. Es así con los clásicos: lo que impacta, lo que hace que uno detenga la lectura y diga: Éste es un grande, son estos pequeños respiros de la prosa, estos pequeños giros que uno encuentra aquí y allá como al descuido.

domingo, 27 de enero de 2008

And the winner is...


A casi 31 de enero y con la extraña sensación de que el verano debería estar llegando a su fin cuando, en realidad, recién empieza, anoto algunas impresiones sobre lo que fueron mis lecturas de verano.

Empecé con El desperdicio, creo que en Navidad. Me sigue pareciendo que, de todas las novelas que leí últimamente, es la que plantea la prosa que a mí má me interesa. Cuidada, ligermante poética, tiene un trabajo que me recuerda a Flaubert. Quizás -a pesar mío que intento escribir acciones y no lo logro- lo que me gusta es que se detiene en el interior de los personajes, que es una novela reflexiva y que entreteje esas detenciones en esa elaboración de un idioma que hace que uno pueda distinguir un estilo particular. A pesar de que al final la novela se desdibuja me gustó muchísimo y espero leer en breve El dock que me dicen, es mejor.

Seguí con Ciencias Morales. La devoré. Ahora, a la distancia y después de haber encontrado demasiadas reseñas en todos los suplementos culturales -deudoras del Premio Herralde- encuentro lo más interesante en la construcción del narrador. Ese es es el hallazgo de Kohan y ahí la celebro. Lo que no celebro tanto es la construcción de un sistema binario según el cual A (el colegio) vendría a reflejar o a ser B (el país) y los personajes a encarmar roles tan estereotipados. Hay escenas muy pero muy bien logradas, mérito de un narrador impecable. Las pocas pinceladas con las que se retrata a la madre o al hermano, las primeras escenas de María Teresa en el baño. El crescendo en violencia y obediencia de la novela construyen una trama que atrapa. Pero, insisto, me hubiese gustado alguna linea que hiciera fugar al novela hacia otros lugares. Un resto o un exceso que no la cerrara tanto.

Luego, entre la pileta y la siesta de San Javier leí La muerte lenta de Luciana B, regalo de Navidad que recibió Santiago. Guillermo Martínez es un escritor que me cae cada vez mejor. No sé por qué, ya que no lo conozco personlamente salvo por algunas preguntas para un nota que en su momento me respondió, pero me gusta el bajo perfil, el oficio, la cosa poco académica. Sin embargo, la novela se queda corta. La leí rapidísimo atrapada por la trama -y en ese sentido cumple- pero me faltó lo que evidentemente busco como lectora que es el trabajo con el lenguaje. La novela está escrita con un castellano ¿español? neutro -cercano al de la traducción- y salvo alguna referencia a cartoneros -lugar común en el que están cayendo muchos escritores últimamente- no hay nada que ancle la novela a algún espacio particular.

Y por último, El trabajo, de Aníbal Jarkowski. El título ya me predispuso bien. Me interesa el tema y por eso la compré, básicamente. Decisión escolar, si se quiere, pero quería ver qué pasaba enel texto con el mundo del trabajo. Y así la leí. Se puede hacer el foco en varios ejes: la relación sexo y trabajo, arte y realidad, la tolerancia al hiperrealismo, el cuerpo como objeto a descifrar... en fin. Me encantó. Me gustó como estaba escrita, el mundo que retrata, la construcción de los personajes y la trama que obliga a seguir leyendo. El mundo de "las chicas" en las grandes corporaciones y "las chicas" como mujeres que tienen que prostituirse... sobre todo me gustó el retrato del universo del trabajo como una comunidad de mujeres. La división de género en relación al empleo. Sí: si tuviera que hacer una lectura de la novela -algo más reflexiva que estas meras anotaciones- ahondaría en la manera en la que el trabjo se divide según sea hombre o mujer quien lo ejerce y lo busca. El trabajo como un espacio de deseo y a la vez un espacio repudiado. "Tener trabajo" como la justificación de las propias acciones y de la propia vida. Y, lamentablemente, la imposibilidad de salirse de ahí de la protagonista -ya sea en la oficina, en el burlesque... salvo, quizás, en el espacio mítico de la tiendita del padre. Sórdida. Pero excelente.

lunes, 21 de enero de 2008

Ya está en su kiosco

Chiquito pero gastador
Por Carolina Esses

Plazas blandas, restaurantes para bebés, DVDs interactivos, sonajeros lumínicos o musicales, móviles que repiten la voz grabada de la madre, sitios web, una rutina compartimentada en clases de natación, grupitos de actividades... El recién nacido que lentamente abre sus ojos al mundo no se encuentra sólo con la mirada amorosa de mamá, papá y abuelos sino con un mercado que lo espera con los brazos abiertos, ávido por mostrarle todo su abanico de productos y servicios.
Aunque–si los padres son de esos fanáticos que enarbolan la bandera de la estimulación temprana- quizás la experiencia del pequeño haya comenzado antes, en el sexto mes de embarazo, cuando el desarrollo de la capacidad auditiva permite que se le compre alguno de los kits prenatales. Se trata de un cinturón ajustable a la panza de la madre, en cuyos bolsillos se colocan dos parlantes para que el bebé reciba en todo lugar los acordes de Mozart o de otras músicas favorables para su desarrollo intelectual y creativo. Pero no sólo esto. El kit completo trae un micrófono para que mamá y papá puedan comunicarse con el pequeño en formación. Los nombres de los portales de internet que los comercializan hablan por sí solos: prenatalsmart.com, babyplus.com. Cuestan entre 180 y 700 dólares y prometen bebés con un plus de inteligencia.
Es que el auge de productos para bebés viene de la mano de una palabra: estimulación. “Porque un bebé estimulado, es un bebé feliz”, reza la literatura sobre el tema. Pero cuando el concepto comenzó a circular a principios del siglo XX tenía que ver con el contacto corporal de madre e hijo. Con la voz, con las caricias, con el amamantamiento. No con el consumo. Hoy la palabra “estimulación” aparece en el envase de cuanto objeto tenga la aspiración de venderse. Así, el pequeño se sumerge en las mil y una actividades que le propone lo que antes era una manta sobre la que se esparcían los chiches y ahora es una manta didáctica o un gimnasio -palabra extraña asociada a la rutina de un bebé de tres meses. Panza arriba, el pequeño en el gimnasio no se aburrirá jamás: luces, sonidos, objetos texturados por donde se mire. Según los especialistas en psicología infantil, detrás del consumo de estos productos lo que está en juego es el deseo de los padres de tener hijos extraordinarios. Pero la sobre exposición de los bebés a una variedad excesiva de estímulos tiene sus bemoles. Puede generar niños ansiosos, que pierden fácilmente el interés por juegos y actividades.
Es cierto que los padres –ese plural deseoso por darle a sus hijos lo mejor- siempre ha sido presa fácil del mercado. Sobre todo los primerizos: segmento privilegiado en el consumo de productos para la franja que va de 0 a 3 años. Lo que cambió notablemente es el perfil de estas parejas de clase media que ahora superan la barrera de los treinta o treinta y cinco, que tienen uno o dos hijos, que trabajan y cuyo poder adquisitivo es más alto que el de aquellos jovencísimos de veinte que apenas podían con los gastos de la hipoteca cuando daban a luz al primero de cuatro hijos.
Hay quienes sostienen que la infancia tal y como la conocemos ya no existe o está en vías de extinción. “El consumo generalizado -decían Ignacio Lewcowicz y Cristina Correa en su libro ¿Se acabó la infancia? publicado por Lumen- produce un tipo de subjetividad que hace difícil el establecimiento de la diferencia simbólica entre adultos y niños. La infancia como etapa de latencia forjó la imagen de niño como hombre o mujer del mañana. Pero como consumidor, el niño es sujeto en actualidad; no en función de un futuro.” Para la lógica del marketing poco importa si somos bebés, niños, adolescentes o adultos; somos consumidores o no somos nada. Quizás el padre primerizo se desaliente al ver que su retoño deja de lado los sofisticados sonajeros y se inclina por envases vacíos o simples cubos apilados ¡Ánimo! Con tiempo y paciencia el niño comprenderá la importancia de tener el chiche último modelo. Televisión, publicidad, vidrieras y compañeritos de jardín mediante. Y nosotros, claro.

sábado, 19 de enero de 2008

No hay manera

de concentrarse en lo propio con banda ancha. Es como escribir en una librería donde apenas levantás la vista te encontrás con los miles de libros que existen antes que el tuyo, antes que vos. Y más: es como escribir rodeada de miles de otros -y por lo menos tres docenas de conocidos- que escriben a tu par. Y más: es como escribir en medio de una reunión de tías viejas que hablan y hablan de muchos de tus amigos, de algunos de tus conocidos y disimuladamente meten algún bocadillo en relación a vos. Por eso desenchufo la compu y me instalo en el living para escribir. Es demasiado. Si lo importante se cocina acá , no lo sé. Algo me dice que no. Pero esto, de nuevo, hace meses que llena las secciones de los suplementos literarios. Somos muchos y yo no creo ser tan cool como para competir a la hora de exhibirme. Estas cuestiones las pienso mientras debato si seguir o no con este blog. Y no encuentro "etiqueta" donde guardar estos piccolli pensieri.

Ilusiones

Algunos escritores dicen que llega un momento en el que los personajes de sus novelas comienzan a hablar solos, es decir, ellos le dictan al escritor el texto. Quiero tener esa epifanía.

viernes, 18 de enero de 2008

jueves, 17 de enero de 2008

Probando otros colores

y poniendo límites: el 1 de abril quiero tener un primer borrador de la novela que pospongo y pospongo y pospongo. Y sin embargo tengo.

miércoles, 2 de enero de 2008

Unos días en la paz de San Javier...




Alrededor del 15 este blog tendrá nuevas y extravagantes entradas.